EL COLOMBIANO
El colapso del sistema de salud de Venezuela podría alimentar la propagación de la malaria y otras enfermedades transmitidas por vectores en toda la región. Esta crisis está acelerando la reaparición de enfermedades como la malaria, el zika, el chagas y el dengue,lo que también presenta riesgos sanitarios para los países vecinos, advierte un estudio que publica hoy la revista The Lancet.
La investigación, desarrollada por un grupo internacional de expertos, señala que este tipo de enfermedades infecciosas transmitidas por vectores (como mosquitos o garrapatas) podrían provocar “emergencias de salud pública” de proporciones “hemisféricas”.
Las autoridades sanitarias regionales, nacionales y globales pueden aplicar “muchas soluciones” para abordar esta situación, incluso con recursos limitados, pero deben actuar ya, subrayan los científicos en un comunicado de The Lancet en el que también piden al Gobierno de Caracas que acepte “ayuda humanitaria” internacional para aliviar la situación.
La crisis, recuerdan, ha llevado al sistema sanitario venezolano al “colapso”, mientras que el declive de los programas de salud públicos y de vigilancia han favorecido el aumento de casos de este tipo de enfermedades, así como su propagación a otros territorios del país.
“Además de la reaparición del sarampión y de otras enfermedades infecciosas evitables con vacunas, el continuo aumento de la malaria podría volverse pronto incontrolable”, alerta Martin Llewellyn, de la Universidad de Glasgow (R.Unido), quien ha liderado este trabajo junto a colegas en Venezuela, Colombia, Brasil y Ecuador.
Para este estudio, los expertos analizaron datos “publicados” y “no publicados” que apuntan a que entre 2010 (29.736 casos) y 2015 (136.402 casos) el número de casos de malaria creció en torno al 359 % en Venezuela.
Entre 2016 y 2017, ese aumento fue del 71 %, al pasar de 240.613 a 411.586 casos de malaria, debido, explican, a la carestía de medicamentos y de programas de control de mosquitos.
“La cruda realidad es que, como consecuencia de la ausencia de vigilancia, diagnóstico y medidas preventivas, estas cifras probablemente subestiman la verdadera situación”, precisa Llewellyn.
El chagas, una de las enfermedades de transmisión vectorial que más insuficiencias cardiacas causa en Latinoamérica, también está reapareciendo en Venezuela, donde su “transmisión activa” se encuentra ahora en el nivel más alto de los últimos 20 años.
La seroprevalencia de chagas en menores de 10 años se situó entre 2008 y 2018 en el 12,5 % en ciertas comunidades del país, frente al 0,5 % registrado en 1998, su tasa histórica más baja.
Asimismo, el índice de incidencia del dengue se ha multiplicado por cinco entre 2010 y 2016, con 211 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que los expertos ha detectado seis epidemias nacionales -cada cual más grande- entre 2007 y 2016, frente a las cuatro sufridas en los 16 años previos.
Igualmente, la frecuencia de brotes de chikunguña y zika con capacidad para provocar epidemias está en aumento, pues sospechan que hasta dos millones de personas pudieron contagiarse con chikunguña en 2014, una cifra doce veces superior que la estimación oficial.
Esta crisis sanitaria, agregan los expertos, amenaza con extenderse a otros países vecinos debido a la “emigración masiva” que, solo en 2018, provocó la salida diaria de unos 5.500 venezolanos.
En este contexto, algunas regiones brasileñas fronterizas han detectado un aumento de los “casos importados de malaria”, como en Romaira (norte), donde han pasado de 1.538 en 2014 a 3.129 en 2017, mientras que en otros países la situación “no está clara”, observan los científicos.
Por ello, los expertos proponen que los países refuercen su cooperación bilateral y destacan los éxitos obtenidos en los últimos años por Ecuador y Perú en su lucha conjunta para controlar la malaria.
Consideran clave que refuercen sus “estrategias de vigilancia y tratamiento” y que compartan recursos relacionados con la “información, personal, medicación e insecticidas”.
El control eficaz de la “creciente crisis sanitaria” también necesitará políticas de “coordinación regional” y un “compromiso sólido” de la comunidad nacional e internacional.
“Pedimos a los miembros de la Organización de Estados Americanos y otros organismos políticos internacionales que ejerzan más presión sobre el Gobierno venezolano para que acepte la ayuda humanitaria ofrecida por la comunidad internacional para reforzar el sistema sanitario”, concluye Llewellyn.