La familia de la víctima, que murió bajo sospecha de coronavirus, se pregunta de quién era el cuerpo que enterró en el Urabá antioqueño, el martes pasado.
El hombre fue identificado como Tobías Arroyo, de profesión taxista, y murió en una clínica al parecer por COVID-19, y precisamente por eso su familia lo sepultó sin abrir el ataúd en cumplimiento a los protocolos establecidos para el manejo de este tipo de casos.
Esa fue la versión que entregó un hermano del fallecido, en donde dijo que el miércoles la familia recibió una llamada de la clínica en donde le avisaban que debía acercarse hasta las instalaciones del centro médico para reclamar el cuerpo de su ser querido.
“Recibimos un llamado indicando que, por favor, fuéramos a recoger el cuerpo del señor Tobías”, aseguró Carlos Arroyo.
El hombre dijo que los dolientes se presentaron en la clínica para verificar lo sucedido, pero que el personal encargado no supo dar respuesta:
“Al momento no hemos comprobado si el cuerpo que enterramos fue el de Tobías, tenemos la duda porque nadie nos da explicaciones”, agregó el hombre.
Al consultar con la clínica, la respuesta fue que el error se habría dado en la comunicación con los familiares, más no en la entrega del cuerpo, y que por eso no se haría un proceso de exhumación como pide la familia.
Denuncias como esta se han vuelto frecuentes en varias zonas del país, pues familias se quejan de que las clínicas, al parecer, rotulan mal los cuerpos y por eso terminan entregándolos a quienes no corresponden.
La familia de Tobías Arroyo tampoco tiene claridad sobre si el hombre falleció por coronavirus, pues el resultado de la prueba no le ha sido entrega por demoras en el proceso.
Esto, porque se han presentado casos en donde las personas advierten que la toma de muestras tarda hasta 15 días y los resultados otros cinco más, “tiempo en el que los pacientes pueden tener graves complicaciones de salud” y contagiar a quienes tienen contacto con ellos sin saberlo.
Pulzo.