Jhon Velandia, un trabajador de la tierra residente en Támara (Casanare), narró con nostalgia cómo las petroleras acabaron con su finca y con algunas de sus vecinos.
Los 30 años de esfuerzo de su familia para levantar la finca, se hundieron en la tierra con el daño que les causó la explotación petrolera.
Ahora nadie responde y les toca ‘rebuscarse la papita’ en otro lado.
“En estas tierras no se puede tener pastoreo de ganado. Ya hemos dejado que crezcan y ya nadie los utiliza. La erosión acabó con los árboles. Las petroleras arrasaron con el medio ambiente”, dijo Jhon.