No fue homenajeado en la Asamblea pero sí en uno de los tradicionales restaurantes de Medellín.
EL COLOMBIANO
El encargado de ponerle el collar de arepas fue Carlos Ríos, diputado de la Asamblea de Antioquia, entidad que decidió esta semana tumbar la distinción de “hijo adoptivo” del departamento que le iban a otorgar a Ordóñez, pues encontraron un vacío jurídico que lo impedía.
“¡Arrieros somos! Gracias, Antioquia”, fue el mensaje que escribió el exprocurador en sus redes sociales para agradecer la distinción del grupo de ciudadanos, entre los que se encuentran los miembros del Centro Cultural Cruzada, un colectivo de “católicos en defensa de la civilización cristiana”.
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Por eso, cuando la Asamblea de Antioquia aprobó inicialmente la condecoración a principios de esta semana, Ordóñez dijo en un comunicado que era un honor “ser reconocido como hijo adoptivo de Antioquia” y que siempre se ha sentido “hijo de este departamento”.
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Ahora, habrá que preguntarle a Ordóñez qué va a hacer con el collar de arepas, porque aunque dice sentirse muy antioqueño, también le confesó a este periódico que prefiere las arepas santandereanas.
¿Por qué no hubo condecoración oficial?
La condecoración está reglada por la Ordenanza 041 de 2003, que modificó la Resolución 019 de 1999 y los requisitos para otorgar la Orden, creada por la Ordenanza 064 de 1995.
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EL COLOMBIANO tuvo acceso a este documento y en el artículo 2 establece que se entregará a personas que, sin ser nacidas en el departamento, “han hecho aportes trascendentales a su desarrollo en el sector público, privado, cultural, deportivo y social, con un tiempo de desempeño en la región no menor a 2 años”.
Cuando los diputados se enteraron de ese artículo, convocaron a una plenaria en la Asamblea en la que revocaron, con 16 votos a favor, la Orden de Antioqueñidad que le iban a dar este viernes a Alejandro Ordóñez.
¡Arrieros somos! ¡Gracias, Antioquia!