El desplante a la esposa del Gobernador en la apertura del Bicentenario causó indignación.
Por Wilson Durán Durán
Martes 18 de noviembre de 2018. Tierras del Casanare. Todo marchaba a las mil maravillas.
En Yopal el presidente Iván Duque remataba la Cumbre de Gobernadores y destacaba el papel de Juan Nepomuceno Moreno, como uno de los próceres de la Patria. El tono de su voz fue fuerte y aguerrido, mientras llamaba a la unidad y a la confraternidad.
A esa misma hora, tres de la tarde, en Pore (Casanare), bastión de la Libertad, Marisela Duarte Rodríguez, Primera Dama de Casanare y esposa del gobernador, llegaba al sitio escogido por Vicepresidencia de la República, (y solicitado por Alirio Barrera), para dar apertura a los actos del Bicentenario, donde era aguardado el Presidente.
Con su sonrisa y amabilidad que la caracterizan, Marisela saludó a los paisanos que buscaban acomodarse para tener la mejor vista. Ella hacía lo mismo.
Alguien le dijo que en la tarima principal solo estarían el Presidente, la Vicepresidenta y la Ministra de Cultura. Entonces optó por sentarse en una silla en la primera fila de la zona VIP.
El sol caía radiante y tostaba con sus rayos cálidos los rostros de los criollos. Ese sol hacia juego con la sonrisa de Marisela, por la alegría de ver tanto orgullo patrio reunido en Pore.
Muy cerca a la Primera Dama un grupo de personas venidas del ‘reino bogotano’ Casa de Nariño, se había tomado estas tierras como si fueran suyas. A los periodistas los trataron como terroristas esculcándolos detalladamente, como si llevaran armas y explosivos, cuando las únicas armas que portaban eran sus celulares bien calibrados, sus micrófonos de corto y largo alcance y sus voces ‘explosivas’. Además los acorralaron y les impidieron salir a buscar agua para su sed.
Cuentan algunos testigos que la tensión creció cuando se escuchó el helicóptero en el que venían el Presidente y su comitiva.
Todo mundo quedó acuartelado. Una mujer se acercó a la Primera Dama a exigirle que se levantara de la silla y se fuera con su sonrisa para otra parte. Detrás de la mujer, venida del reino, estaba un hombre de chaleco color caqui ’por si las moscas’.
Los criollos y residentes en esta tierra sintieron la misma humillación de hace más de 200 años. Los parieron aquí, en estas sabanas, pero eran tratados como extraños.
Y llegó el Presidente. Se acomodó como estaba previsto en la tarima. Mientras las cámaras de RTVC captaban las mejores escenas, los televidentes del país y del extranjero ignoraban lo que sucedía detrás de las vallas metálicas que separaban al poder con el pueblo.
En medio de la multitud se asomó el sombrero texano del gobernador Alirio Barrera, quien buscaba a su esposa y la encontró detrás de las sillas principales, sentida por lo que había pasado. “La irrespetaron, hasta la empujaron y faltó solo que la sacaran del lugar”, contaron algunos de los presentes.
Este fue el ‘florero de Llorente’. Alirio Barrera prefirió quedarse junto a su esposita y no atender los tres llamados que le hicieron a través del sonido del evento, ni las solicitudes de los cinco emisarios que envió el presidente Duque para que accediera a subir a la tarima. En solidaridad algunos gobernadores y alcaldes se fueron del lugar,
A Barrera no le importaba que lo vieran al lado del Presidente, pues ya en Casanare y en el país saben que es el único gobernador uribista y, más que eso, es su amigo personal y se aprecian y se respetan.
Alirio solo quería que entendieran que por encima de todo debe respetarse a la mujer. Y que los términos y la forma en que los ‘señores del protocolo y de seguridad’ de Presidencia usaron con su esposa, no fueron los más adecuados.
“Los llaneros somos un poco rebeldes. Y no hay algo más incómodo para un criollo que le saboteen la mujer”, recalca Alirio con ese tono pura sangre que lo identifica.
Quedarse al lado de la mujer que le ha dado tres hijos fue visto como un acto de amor, respeto y valor por la mujer. Y es que Alirio siempre es así con Marisela: la lleva de la mano, le dice mi esposita y destaca su valor como mujer, como esposa y como madre de familia.
Quizás quería eso. Que el país viera que Casanare es gobernada por un hombre amoroso de su mujer y su familia, y que gobierna bajo los principios de Dios.
El protocolo terminó y de inmediato el presidente Duque fue en busca del gobernador Barrera.
Casi una hora de charla entre Presidente, Vicepresidenta y Gobernador, sirvieron tal vez para limar asperezas. No se sabe de qué hablaron. Pero lo cierto es que el disgusto del Gobernador mostró que Casanare tiene un mandatario con carácter.
Quedó claro que el impase no fue culpa del Presidente sino de personas encargadas del protocolo y seguridad
Vendrá el Taller Construyendo País el próximo 12 de enero de 2019. Para ese día Casanare espera que ‘el reino bogotano’ sea amable, respetuoso y no atarván con la gente de aquí, la dueña de estas tierras, descendiente de los héroes que hace 200 años forjaron la libertad a cinco naciones.
Ese día se espera que no haya otro florero de Llorente, sino un florero colmado de flor amarillos, caraqueñas, mastrantos y cayenas, y que sus aromas jugueteen en las sabanas y los campos casanareños.