Se trata de una iniciativa para sacar de la clandestinidad a la chicha y venderla como una bebida fermentada que cumpla con las medidas sanitarias.
Según el comerciante William González Vargas, el propósito es dar a conocer los alimentos y bebidas tradicionales que se consumen en el departamento. “En el establecimiento se tiene una variedad de bebidas como el masato, el jugo natural, la sopa dulce, las génovas, el queso de cabeza, los amasijos y la chicha”, señaló. González Vargas explicó que viene de una familia que ha elaborado este producto durante 30 años en el barrio María Auxiliadora, y en ese mismo lugar quiere darle una nueva forma de ver esta bebida. “El proyecto es llegar a la industrialización”, expresó.
El habitante relató que la venta de chicha se relaciona con problemas de alteración del orden, también que su producción no es higiénica y hay que agregarle los controles permanentes de las autoridades para exigir los permisos de funcionamiento y salubridad. El comerciante manifestó que por muchos años esta bebida ancestral que es el producto del fermento del maíz ha permanecido como el producto preferido por las clases populares.