1 de mayo de 2024 - 6:53 AM
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“Football”: así opera el maletín nuclear que siempre carga Biden

Gracias a un pesado maletín de cuero apodado “football” –y a una tarjeta de identificación llamada “galleta”– en cuestión de minutos, desde donde sea que se encuentre, el Presidente de Estados Unidos puede lanzar un ataque nuclear.

Y todo porque la Constitución le otorga al Congreso el poder de declarar la guerra y, en ese sentido, le atribuye al mandatario la condición de “comandante en jefe” dándole competencia en materia nuclear. Ahora bien, el Jefe de Estado –independiente de quién sea el inquilino de la Casa Blanca– puede consultar opiniones antes de decidir un ataque. Sin embargo, sólo él puede activar a “football”.

Eso es lo que, actualmente, puede hacer Joe Biden, el presidente número 46 de Estados Unidos, quien siempre que se desplaza está seguido de un militar que carga el pesado maletín negro, sin importar si va en helicóptero, avión, carro o, incluso, en un ascensor.

Con el avión presidencial Air Force One y “The Beast” –el Cadillac blindado asignado al presidente estadounidense–, el maletín es el atributo por excelencia del poder presidencial. En ese contexto, ese maletín es clave en momentos en que el mandatario de Rusia, Vladimir Putin, amenaza con una guerra nuclear si se acrecienta el revés que ha tenido en su sangrienta invasión a Ucrania.

¿De dónde viene?

Desde su primera aparición durante la presidencia de John F. Kennedy (1961-1963), “football” recorrió Estados Unidos y el mundo, atravesando incluso la Plaza Roja durante el encuentro –en 1988– entre el presidente Ronald Reagan (1981-1989) y el líder soviético Mijaíl Gorbachov (1985-1991).

El contenido del maletín, –que pesa 20 kilos y está reforzado con acero– es secreto. Pero, según diversos testimonios y artículos de prensa, no contiene un botón rojo, sino un sistema de códigos y listas de objetivos y estrategias.

Para activar el procedimiento, el Presidente –en este caso Biden– debe identificarse con “galleta”, un código impreso en un soporte plástico del tamaño de una tarjeta de crédito que nunca debe dejar.

Pero la historia reboza de incidentes más o menos comprobados. Jimmy Carter (1977-1981) habría, por ejemplo, olvidado su tarjeta en el bolsillo de un traje que mandó a limpiar. Y los médicos que atendieron a Ronald Reagan luego de un intento de asesinato pocas semanas después de asumir en 1981, la habrían dejado entre su ropa apartada a toda prisa, antes de que la encontrara el FBI.

Estos códigos le permiten al Estado Mayor verificar que la orden provenga del Presidente, para que luego sea transmitida a un submarino o a un centro de lanzamiento terrestre para ser ejecutada en cuestión de minutos.

Estados Unidos dispone, según un inventario de la revista científica Bulletin of Atomic Scientists, de 3.708 cabezas nucleares, de las cuales 1.744 están actualmente desplegadas en el mundo.

La llave nuclear nunca se queda sin alguien a cargo. Cuando Biden fue anestesiado para un examen médico en noviembre de 2021, la vicepresidenta Kamala Harris fue su titular durante un momento.

Pero los exabruptos de Donald Trump (2017-2021), que se jactó en Twitter de tener un “botón nuclear más gordo” que el de Corea del Norte, reabrieron el debate sobre esta imponente responsabilidad.

Si la orden del presidente es considerada como incontestable e irreversible, no es él quien lanza materialmente el ataque nuclear. La “cadena de mando” que dirige es humana. “Pensamos mucho en ello”, dijo en 2017 John Hyten, exjefe del centro de mando nuclear del ejército estadounidense. “Si (la orden es) ilegal, ¿qué cree que sucederá? Yo digo ‘Señor presidente, es ilegal’”.

La Constitución prevé una última salvaguarda en su 25ª enmienda: en caso de incapacidad física o mental del “comandante en jefe”, será reemplazado por el vicepresidente.

Para ello es necesario que, de manera simplificada, el vicepresidente y una mayoría de ministros den cuenta de la incapacidad e informen al poder legislativo, lo que no puede ser objetado por el presidente.

Este recorrido institucional contrasta con la rapidez del procedimiento nuclear, concebido originalmente para responder a un ataque soviético masivo.

Fuente: El Colombiano

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