19 de mayo de 2024 - 4:06 AM
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Expedición Casanare: tras la huella del caimán llanero

Cocodrilo macho reproductor en el parque Wisirare, ubicado cerca de Orocué, Casanare. FOTO: Andrés Hurtado
Cocodrilo macho reproductor en el parque Wisirare, ubicado cerca de Orocué, Casanare. FOTO: Andrés Hurtado

Las fundaciones Palmarito y Cunaguaro organizaron este evento para atravesar este departamento.

Nacido en los valles entrañables de las montañas colombianas agradezco a la vida que me dio la oportunidad de bajar al Llano y enamorarme de él. Me he hundido innumerables veces en sus espejismos y en su magia. Lejos de él y viajando por el mundo evoco a José Eustasio Rivera. «Quiero el calor de los arenales, el espejismo de las canículas, la vibración de las pampas abiertas».

Foto de portada Cocodrilo macho reproductor en el parque Wisirare, ubicado cerca de Orocué, Casanare. Foto: Andrés Hurtado

Invitado por la Fundación Palmarito y la Fundación Cunaguaro, y con el Acuerdo para la Conservación de los Bosques Tropicales (TFCA), participé en la ‘Expedición Casanare, tras las huellas del caimán llanero’. Partimos de Yopal y culminamos en Orocué. El hilo conductor de nuestro viaje fue el río Cravo Sur, que estaba en todo su esplendor de orilla a orilla.

Los cerros de Yopal

La capital de Casanare. Comenzamos en la casa hotel Cumbres, que se encuentra en los cerros de Yopal y cuyas 250 hectáreas son un paraíso de flora y fauna. Hay 133 especies de aves además de tigrillos, pumas, venados, osos palmeros, lapas, picures, micos y cachicamos. Visitamos el taller del maestro Ramón Cedeño, referente nacional como arpista llanero y fabricante de instrumentos musicales.

Allí conocimos a Luis Pino, destacado músico venezolano. Visitamos al maestro Florentino, experto en la fabricación de sombreros llaneros. Conocimos el Camoruco, clásico en la hotelería del Llano. Y terminamos el día en el hotel GHL con el fabuloso concierto del Grupo Guadalupe, formado por cuatro hermanos, nietos del legendario Guadalupe Salcedo. Este día en Yopal fue el espléndido comienzo de un viaje maravilloso.

Llano adentro

Y nos metimos llano adentro y allí inicié mi nunca interrumpido diálogo con la inmensidad y el silencio. Los grandes espacios naturales alejados de las ciudades son el refugio que mi corazón ama. En El Algarrobo admiramos a los muchachos del colegio aprendiendo los instrumentos del Llano y dirigidos por el maestro Luis Pino. Allí hicimos contacto con el Cravo Sur, que sería nuestro guía por el corazón del llano casanareño. Visitamos la finca El Paraíso con su criadero de tortugas.

Finca La Fortuna

Llegamos a La Fortuna, bellísima finca a orilla del río. Por todas partes, en la casa y en los potreros se respira la cultura del Llano. Los anfitriones nos obsequiaron con la mejor gastronomía del Llano. Por la noche nos deleitaron con un vibrante concierto en el que sentimos palpitar todo el corazón del Llano, de su gente y de su paisaje. Gozamos del arte del maestro Clemente Mérida, considerado justamente como el mejor intérprete de la bandola en el Casanare.

Sobrevolando San Pablo

Continuamos a la finca San Pablo, la más hermosa de la región. Mauricio Bayona nos atendió maravillosamente y nos invitó a volar en su avioneta. Las matas de monte, las sabanas inundadas, los meandros del río cobraron desde el aire toda su
majestuosidad.

El río Cravo Sur

Amo los ríos, son como la vida: desbocados al bajar de la montaña, son adolescentes; al llegar a la llanura se calman, como los hombres domados por la edad, la vida y las vicisitudes.

El Cravo Sur estaba hermoso, hinchado y henchido por el invierno. “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar”, sentenció bellamente el poeta.

Orocué: oro y cuero

Llegamos a Orocué, importante ciudad en la margen izquierda del Meta. De aquí salían para Europa las plumas que adornaban a las bailarinas del cancán de París. Y con ellas, el oro y las pieles. Orocué significa oro y cuero. Caso único y extraño en estas latitudes, Orocué tuvo consulado nazi.

El tesoro de Orocué es la casa-museo de José Eustasio Rivera, que aquí escribió La vorágine por los años 1919 y 1920. Teodoro Amézquita construyó la casa en 1898 y hoy Carmen Julia Mejía dirige el museo. Visitarla es llenarse de un cúmulo de sentimientos recordando los crímenes de lesa humanidad cometidos por la casa Arana y sintiendo la tremenda y telúrica emoción de la descripción de la selva en toda su magnificencia.

Parque Wisirare

Cerca de Orocué, en el parque Wisirare, la Fundación Palmarito tiene siete cocodrilos, machos y hembras, con los cuales está salvando de su desaparición al caimán llanero (Crocodylus intermedius). Alejandro Olaya nos explicó todos los pasos que siguen los biólogos hasta liberar los caimanes en los ríos y caños de la Orinoquia.

Es Jorge Londoño, magnate hotelero, el que ha decidido salvar con ingentes gastos de su bolsillo la especie. Ya se han liberado unos 200 ejemplares, con lo cual se da por salvada la especie.

Plenos de alegría por haber copulado con el Llano y sus indefinibles paisajes, por haber intimado con el Cravo Sur y por haber aprendido cómo se salva una valiosa especie, regresamos a Bogotá, a la barahúnda del tráfico y de las multitudes.

Andrés Hurtado García 
Para EL TIEMPO

Written by
Redacción Chivas

Periodista, Director de www.laschivasdelllano.com y www.laschivasdecolombia.com

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