26 de abril de 2024 - 11:25 AM
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¿En tiempos de escasez se bota más comida?

En los tiempos de escasez, cuando los supermercados tienen las estanterías vacías, los carros que transportan alimentos se mueven vacíos, en los restaurantes todo está más caro y no alcanza el dinero para llenar la nevera, cualquiera creería que es cuando la comida más se cuida, como un tesoro valioso.

La realidad es opuesta: en tiempos de escasez es cuando se desperdicia y se bota más comida. Ya lo han demostrado diversos estudios, pero se destaca uno que desde la arqueología analizó basura por basura en una ciudad de Arizona, Estados Unidos, desde 1973. El trabajo se llamó el Proyecto Basura y se ejecutó durante 30 años, extendiéndose a otros estados del país.

Algunas cifras alarmantes

Parece no tener lógica: en todo el planeta se produce mucha más comida de la que se necesitaría para alimentar bien a cada habitante, pero, al mismo tiempo, hay más de 2.000 millones de personas que no tienen acceso regular a cantidades suficientes de alimentos nutritivos, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO; y de esas, 820 millones viven en inseguridad alimentaria severa.

Aunque detrás de esa realidad hay razones políticas, sociales y económicas, hay una causa que preocupa y que se suma a esa contradicción: las malas prácticas del manejo de los alimentos que ocasiona pérdidas y desperdicios que, al año, alcanzan 931 millones de toneladas de alimentos desperdiciados, de acuerdo con datos del Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas, Pnuma.

En Latinoamérica , las cifras del Banco Interamericano de Desarrollo indican que se pierden un tercio de los alimentos que se producen y que 60 millones de personas sufren de hambre mientras que en Colombia el 40 % de la comida que se produce no se consume y el cálculo alcanza 1,5 millones de toneladas anuales, según el Departamento Nacional de Planeación.

Todas esas cifras demuestran que comida y recursos sí hay para todos, y de sobra, pero que, solo en términos de manejo, se está perdiendo y desperdiciando.

El Proyecto Basura

En los años 70 el profesor William Rathje, emérito de arqueología de la Universidad de Arizona, con la ayuda de un grupo de sus alumnos, se dedicó a hurgar en las basuras de los habitantes de Tucson para analizar sus desechos. Querían comprobar algunos datos sobre el consumo de los estadounidenses de acuerdo con sus condiciones sociales.

Mejor dicho, quería saber si los más ricos sí compraban lo más caro y los pobres lo más barato.

Aunque no era el objetivo, el grupo de investigadores encontró que los desperdicios de alimentos eran muchos y se relacionaban directamente con los tiempos en los que había escasez (fuera real o acrecentada por los medios).

Así, productos no perecederos fueron comprados en grandes cantidades, “por si las moscas”, o cuando había amenaza de aumentos de precios, aumentaban las compras desproporcionadas antes de que “todo estuviera más caro”.

Al final del día, el miedo y la alarma era más que la situación y mucha de la comida terminaba en la basura porque no alcanzaban a consumirla antes de la fecha de vencimiento o porque, y esto lo encontró el estudio, compraban alimentos por primera vez sin saber cómo usarlos o prepararlos y terminaban botándolos.

Los que más compraban y más desperdiciaban en estas épocas eran los de clases medias, no los más pobres (porque no les alcanza) y no los más ricos (porque no tienen temor al hambre).

La misma Universidad de Arizona dice que el Proyecto Basura tuvo un impacto más allá de la arqueología que habló de “nutrición, dieta, pérdida de alimentos, desechos peligrosos, gestión de vertederos”, y que se extendió por Estados Unidos, Canadá y Australia.

Recomendaciones

Es fácil entender y comprobar, a pequeña escala, esta investigación. Cuando recién comenzó la pandemia, por ejemplo, los supermercados del país anunciaban que había escasez de alimentos y de productos de higiene porque muchos, con recursos suficientes, habían comprado de más. Aunque todavía no hay cifras globales ni nacionales sobre el desperdicio que se generó durante la emergencia sanitaria.

Lo que sí se sabe lo alertaron varias instituciones, entre ellas la WWF Colombia: el país genera 1,5 millones de toneladas anuales de comida desechada que, en su mayoría, podría evitarse. (Ver consejos).

Por eso, será importante analizar las malas prácticas durante la producción, manipulación, transporte, procesamiento y almacenamiento de alimentos para evitar que se pierdan en el tránsito y luego, una vez llegue a su destino final, que tampoco se desperdicie durante su consumo o después de él.

¿Qué hacer? Desde casa, evite comprar impulsivamente, sea consciente de lo que puede consumir y lo que no y no se deje llevar por el susto del momento. Los medios, por su parte, tienen una responsabilidad: no crear alarma social, que es difícil de controlar y que genera estragos en todas las esferas sociales.

A veces todo empieza en o local.

Fuente; El Colombiano

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