24 de abril de 2024 - 6:46 PM
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Cuidar a las abejas es responsabilidad de todos

El ser vivo más importante de todo el planeta. Así fueron declaradas las abejas por el Instituto Earthwatch, una organización internacional científica que conecta personas con la ciencia y la naturaleza para promover la acción por un medio ambiente sostenible.

Son palabras mayores, pero ciertas, ya que sin las abejas prácticamente no sería posible la vida en la Tierra como se conoce o, al menos, sería mucho más difícil.

Según la ONU, 75 % de los cultivos alimentarios y 35 % de las tierras agrícolas del mundo dependen en cierta medida de la polinización que ellas ofrecen y que permite que las plantas, las flores y muchos alimentos se reproduzcan, se multipliquen.

Aún así, a pesar de su importante servicio ecosistémico, hay muchos mitos a su alrededor que las han convertido en enemigas de los humanos, que las han tachado de “agresivas” o peligrosas y que hace que usted, seguramente, tenga miedo de encontrarse cerca de su casa con un panal. Por eso, la ONU declaró el 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas, para “ crear conciencia sobre la importancia de los polinizadores, las amenazas a las que se enfrentan y su contribución al desarrollo sostenible”.

En realidad, ellas no representan un peligro, son vitales y se deben proteger y conservar. En el Valle de Aburrá ya se está haciendo, se está avanzando.

La paradoja

El biólogo Andrés Pereira de la Universidad Nacional de Colombia, vinculado a la línea de investigación en Conectividad e Interacciones Ecológicas del Jardín Botánico de Bogotá, explica que son importantes por el solo hecho de ser animales dentro de un planeta biodiverso, pero que además “son relevantes para el funcionamiento de muchos ecosistemas terrestres por sus funciones de polinización, que aseguran la reproducción de muchas especies de plantas”.

Gustavo Valencia, líder de Educación del Parque de la Conservación al frente del convenio de Manejo y Conservación Integral de las Abejas en el Valle de Aburrá, concuerda, pues explica que sin ellas no tendríamos muchos de los alimentos que abastecen a la población, y que aunque también haya mariposas, moscas, escarabajos y otros animales que polinizan, las abejas son principales y muy eficientes.

Al perderlas, “perdemos un servicio, se dificultan los cultivos y sería más difícil producir alimentos, por lo que aumentaría el precio de la comida”, lo que, al final del día y como siempre, afectaría sobre todo a las poblaciones más pobres, aumentando desigualdades sociales.

También se verían afectados otros animales: “Ellas y el producto que hacen, la miel, son alimento de aves, insectos y otros animales, así que se podrían reducir las poblaciones de otras especies”, dice Valencia. Pereira agrega que, a largo plazo, se alteraría el funcionamiento de los ecosistemas terrestres, como los bosques y páramos.

A pesar de este amplio y fuerte listado están amenazadas tanto en cantidad como en diversidad. Pereira explica que “la principal amenaza para las abejas y otros insectos polinizadores es la pérdida de hábitat, cuando los seres humanos destruimos los ecosistemas donde estos viven”. También se debe al uso indiscriminado de agroquímicos, la introducción de especies foráneas que facilitan la propagación de enfermedades que afectan a las abejas nativas, el cambio climático, entre otros.

La culpa es, en su mayoría, de los humanos. Hay que actuar pronto.

El ideal: qué debería pasar

Son, además, diversas. Hay un total de 20.000 especies en el mundo. Explica Pereira que las que se encuentran en las zonas más urbanizadas varían incluso dependiendo de la ciudad. “En Colombia, por ejemplo, no es lo mismo ir a mirar abejas en Cali o en Medellín, que venir a buscarlas a Bogotá o a Tunja. La diferencia de altitud hace que no se encuentren los mismos grupos”.

Hay variedad y ciertamente hay algunas que son nativas, endémicas de Colombia. Estas, sobre todo, hay que protegerlas y conservarlas.

Hay varias prácticas individuales y colectivas que podrían ayudarles. Sería ideal que en las áreas urbanizadas aumentaran las zonas verdes (con especies atractivas para las abejas, pensadas de acuerdo a cada especie), que hubiera más educación y que se redujeran las amenazas, como el uso de agroquímicos para el control de plagas o la destrucción de su hábitat.

En el Valle de Aburrá

Para proteger, conservar y eliminar mitos alrededor de las abejas, en el Valle de Aburrá se creó una estrategia llamada Manejo y Conservación Integral de las Abejas. Gustavo Valencia, uno de sus líderes, explica que se trata de un proyecto en articulación con el Área Metropolitana, autoridad ambiental, con su unidad de Gestión del Riesgo y con la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín con Parque de la Conservación.

En él, enseñan a valorar a todas las abejas, se rescatan y se reubican en refugios protegidos, y “en términos ambientales, fomentamos estrategias de manejo integral de especies y enseñamos a las comunidades, explicando que fumigarlas o quemar sus nidos es incorrecto y que ellas son importantes”.

El proyecto tiene un paso a paso. Primero, un reporte; la comunidad informa que tiene cerca un nido o que vio un enjambre y llama a la Unidad de Gestión de Riesgo de cada municipio o al 123 en caso de emergencia. Con esta información, un equipo de reubicadores de las unidades de riesgo, o de unidades de bomberos, se presentan en la zona y hacen un diagnóstico, evaluando si representan algún riesgo para las personas o para ellas mismas.

Luego, de ser necesario y para evitar que las personas actúen por sí mismas y las lastimen o maten, se inicia un procedimiento de reubicación. En él, se posicionan a las abejas en un cajón especializado y se las traslada hasta zonas seguras donde son recibidas por personas, campesinos, cuidadoreso apicultores que las cuidarán. “Son personas que aman las abejas, que las reubican, las rehabilitan y las cuidan y alimentan para que ellas mismas recuperen fuerzas”, añade Valencia.

Una vez están en una zona segura, se las ubica en cajones conocidos como “cámaras de cría”, sus nuevas casas, donde podrán prestar su servicio ecosistémico sin riesgo alguno.

Aunque algunas de estas abejas pueden producir miel (no todas tienen la capacidad), las personas que las rescatan y que será su hogar definitivo no suelen usarlas para comercializarlas, o al menos no es su objetivo primero. “Ellos no lo hacen por el producto, lo hacen porque lo aman. En épocas frías como la que estamos atravesando, por ejemplo, no les quitan su miel porque saben que ellas las necesitan y, en cambio, les dan alimento, les dan miel”.

Además de este proyecto, también hay estrategias en el área metropolitana que buscan cuidarlas, como pequeños refugios en varias partes de las ciudades donde las abejas individuales pueden estar de paso o asentarse, o como la aplicación llamada Área24/7, donde las personas aprenden a identificar, con solo una fotografía, qué especie de abeja es la que tiene cerca.

Este Día Mundial de la Abeja es una oportunidad perfecta para recordar su importancia, tanto de las abejas africanizadas, europeas, como de las propias de la región; de resaltar la necesidad de conservarlas y de protegerlas.

Fuente: El Colombiano

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