Contrastando con la alegría por la medalla de plata de Anthony Zambrano, este jueves llegó también la nostalgia al deporte colombiano con el anuncio del retiro profesional de Caterina Ibargüen.
Un cinco de agosto, la misma fecha en la que consiguió su primera medalla olímpica en Londres 2012 fue el elegido para dar fin a su exitosa carrera profesional.
A sus 37 años, consciente del relevo generacional establecido en el salto triple mundial y de lo difícil que era conquistar una nueva medalla, Caterine Ibargüen compitió hasta el final y estuvo presente entre las mejores del salto triple en Tokyo 2020.
Matizando el ambiente enrarecido de los Juegos Olímpicos más anómalos la historia, ya era extraño verla competir sin ser la candidata principal al título. A Japón llegó con la ilusión de defender su corona de Río 2016, pero sabía que a su estela se encontraba su relevo en hegemonía, la gran favorita: la venezolana Yulimar Rojas.
Precisamente, Rojas no tuvo mayores dificultades y desde su primera ejecución sacó a relucir su favoritismo. Les dijo a todas: aquí estoy y esto es mío. La venezolana tuvo una faena redonda logrando el oro, el récord olímpico y el mundial, con una marca de 15.67 metros. Insuperable la bolivariana.
Caterine se quedó con un meritorio décimo lugar tras registra 14,25 metros, distantes de los 15,17 que le dejaron consagración dorada en Río 2016. Fue un puesto destacado teniendo en cuenta su edad comparada ante la de sus rivales de turno. Es un hecho, la era de Yulimar está en furor.
Para Caterine Ibargüen fueron sus últimos Juegos Olímpicos, con un retiro anticipado incluso desde antes de que se aplazaran un año por la pandemia. Esta postergación sumó días a su calendario y a pesar de medirse contra atletas más jóvenes, estuvo a la altura.
“No estoy dando respuestas acerca del futuro. Tengo muchos sentimientos encontrados, así que sería mentir… Lo único que les reitero es que no me retiraré del deporte y seguiré aportando en las pistas o fuera de ellas”, anunció tras su prueba en Tokyo.
De salto en salto dejó huella olímpica
Algo que muchos no recuerdan es que su estreno en unos Juegos Olímpicos se dio en Atenas 2004, en otra modalidad del atletismo: el salto alto. Allí, lejos de ser una de las mejores, se fue con la frustración de quedar en el puesto 16 con una marca de 1,85 metros.
A esa presentación se sumó el no conseguir la clasificación a Beijing 2008, algo que la hizo contemplar el retiro. Pero apareció su salvador, el entrenador cubano Ubaldo Duany, que la direccionó a su gran fortaleza: el salto triple.
Esa recomendación recogió sus frutos en Londres 2012, en donde conquistó su primera medalla olímpica con un salto de 14,80 metros que le adjudicó la presea de plata. Su gloria se abrió paso al punto de leyenda con el oro conquistado en Brasil en 2016.
El salto olímpico la tuvo participando en las modalidades de triple y de altura, e incluso estuvo por ser parte de la prueba de longitud en Tokyo 2020, en la que tenía cupo ganado, pero el cruce de horarios entre la final del triple y las clasificaciones del largo la obligaron a resignar su participación en la otra modalidad.
Adiós a la reina del salto triple colombiano, a la dama de la sonrisa de oro, esa que enamoró a los colombianos, y que nos entregó tantas alegrías. ¡Gracias por tanto nuestra eterna majestad Ibargüen!
Fuente, Publímetro
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