Con esta recomendación cerró el Congreso Internacional Bicentenario.
PAIPA
Antes de subir al escenario el legendario Stanley DeRushia, quien dirigió la Orquesta de Cámara Orfeo, el público del Teatro Mayor de Tunja escuchó la conversación sobre ‘Educación rural indígena en América Latina’, entre la guatemalteca Rigoberta Menchú Tum, el ministro de Educación del mismo país, Hugo López Rivas; y los docentes investigadores Juan Mansilla Sepúlveda de Chile y la colombiana Diana Soto Arango.
Allí estuvo el gobernador Carlos Amaya, quien manifestó que tener a alguien como Rigoberta Menchú, es un gran privilegio concedido por el Bicentenario.
“Aquí donde hace 200 años se dio la libertad de Colombia, donde creemos profundamente en la Paz, esa condición fundamental para mejorar la calidad de vida de nuestra gente y para reconocer a nuestros pueblos, tenemos a una Premio Nobel de Paz que nos inspira”, señaló el Mandatario boyacense.
La Nobel de Paz de 1992, empezó su intervención hablando sobre las lecciones de los acontecimientos del continente, sobretodo, dijo “los genocidios, los etnocidios, las torturas, las desapariciones forzadas, lo impactantes de las guerras y los conflictos que hemos palpado tan de cerca que nos hace profundos seres humanos. (…) Lo más grande que tiene un ser humano son sus sentimientos, porque así hay un sentir de las cosas y no solo una interpretación”.
Enseguida la invitada de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), recordó algunos avances de Guatemala en materia de derechos para los pueblos originarios, como la inclusión en el Sistema Penal de 12 idiomas mayenses y del uso de intérpretes, igual que el programa indígena de la Universidad Nacional de San Carlos.
También mencionó Menchú Tum, la importancia de la gratitud dentro de su cultura: “es maravilloso saber que creemos en nuestros ancestros, en nuestras abuelas y en nuestros abuelos, en los árboles, los ríos y la madre tierra; a cualquier lado del planeta donde un maya, llega buscando el sol o la luna para decirle, gracias”.
Entre varios conceptos, la Nobel de Paz desarrollo el de ‘vida plena’, “hermoso, ya que no es suficiente vivir bien. Es mejor vivir plenamente; eso yo lo encuentro en la energía que siento con la sonrisa o el abrazo que me ofrece una niña en cualquier parte”.
Un momento que quedará en el recuerdo del público en el Teatro Colón, fue aquel en que Menchú indicó que el conocimiento es fundamental, pero si es integral y aborda los valores humanos, es decir, que “la educación debe ser para la vida”.
“Estamos aquí porque coincidimos independiente del idioma, del grado escolar o de los problemas sociales. Esa coincidencia es en buenahora. Muchas personas hoy no coinciden en el planeta; aunque lo deseen, no coinciden”, afirmó la guatemalteca.
Rigoberta Menchú finalizó felicitando a Boyacá y a Colombia por el aniversario número 200 de la independencia: “es importante celebrar porque son muchos pueblos los que han dado su vida para que podamos soñar con mundos mejores. Y si durante este tiempo que ha pasado algunas personas nos equivocamos y tenemos el chance de rectificar, hagámoslo porque somos un ciclo de tiempo corto. Somos transitorios en el planeta del que nadie es dueño supremo”.
La Nobel de Paz recibió del Gobernador, una ruana bicentenaria “para abrigar los sueños y las esperanzas”. El ingeniero Amaya le dijo a Menchú: “que esta ruana te abrigue cada anhelo de paz y cada esfuerzo por la dignidad de nuestros pueblos indígenas. Siéntete boyacense, nos honras”.
Las memorias de Congreso Internacional Bicentenario, pronto estarán disponibles en los canales de difusión de la UPTC.
(Fin / Deisy A. Rodríguez Lagos – UACP).