El expresidente Álvaro Uribe, fiel a su estilo de asumir de frente los debates de país, le dejó claro a su partido, el Centro Democrático, que no le soltará las riendas y que se mantendrá como su líder.
Y es en ese contexto que para este lunes 18 de julio citó a toda su bancada parlamentaria –14 senadores y 16 representantes que la colectividad logró con 1,8 millones de votos– a una especie de cónclave para definir qué postura tomarán con el mandato del presidente electo, Gustavo Petro.
Para nadie es un secreto que Uribe, su corriente política y por ende los congresistas que lograron curul aupados en su ideología fueron férreos opositores de Petro en la contienda electoral, pero la cita de su líder con el jefe del Pacto Histórico planteó una realidad política diferente que se tiene que depurar.
Es casi un hecho que el Centro Democrático se declarará en oposición, y podría incluso ser el único partido que lo haga, pero dependiendo de la directriz que dé Uribe en la cita de este lunes se sabrá el tono con el que aborde la gestión de Petro.
Por un lado, está el precedente de que en la cita entre Uribe y Petro el primero le dijo al segundo que no necesariamente se opondrá a todo lo que proponga o se tramite en el Congreso, pero que sí es necesario que le permita tener un canal de diálogo directo para comentarle sus posturas sobre lo que pasa en Colombia.
Y esto es muy clave, porque –según fuentes del Centro Democrático– ya hay un sector de la bancada que no está de acuerdo en hacer una oposición dura como la que ejecutaron durante la administración de Juan Manuel Santos o como la que el propio Petro le hizo al mandatario saliente, Iván Duque.
De hecho, esta semana se dio una reunión privada entre la llamada ala duquista del Centro Democrático y el virtual presidente del Senado, Roy Barreras. Si bien la cita la buscó este último, los otros legisladores decidieron aceptarla porque saben que su posición en el Congreso a partir del 20 de julio depende de los acuerdos que logren.
Y es esta misma ala duquista la que tiene entre sus prioridades concertar con la bancada del Pacto Histórico la postura del partido, pese a que hay un sector que sí quiere la oposición pura y dura.
“Me alegraría mucho que un sector del Centro Democrático no se declare en oposición, sino en independencia crítica, porque sería una respuesta al gesto del diálogo nacional”, le dijo Barreras a EL COLOMBIANO.
Pero esto se estrella de frente con las posturas más radicales que tienen los dos congresistas más votados del Centro Democrático: María Fernanda Cabal (196.865 votos) y Miguel Uribe (223.167 votos).
Los dos, por separado, han criticado con fuerza la elección de Petro y le han dicho a su partido, incluyendo a su jefe Uribe, que deben oponerse a la administración del Pacto Histórico.
“El 20 de julio presentaré el plan para hacer una oposición inteligente al gobierno de Petro en defensa de los colombianos. Si los políticos no le van a hacer oposición, los ciudadanos sí”, advirtió Miguel Uribe.
Y su compañero de bancada, el senador Carlos Meisel, reiteró que “teníamos que tener un diálogo con la persona que va a ser el Presidente del Congreso (Barreras), porque hay temas que cuadrar sobre el tema de las comisiones, pero el partido se mantiene y va a declararse en oposición”.
Por eso, se prevé que la cita que quiere liderar Álvaro Uribe este lunes será en cierto punto tensa, porque su acercamiento a Petro fue bien visto por el grueso del país, pero para un sector de su propia colectividad la lectura dada es equivocada y deriva en una especie de inacción política que puede terminar golpeando al partido.
En efecto, el próximo año se darán las elecciones regionales por alcaldías y gobernaciones y el uribismo quiere recuperar, con nombre propio, varias de ellas, como es el caso de Antioquia.
Y si aplican la fórmula de la oposición dura, como la que hicieron entre 2014 y 2018 –de la cual resultó elegido Duque– podría darles resultado.
Pero, por otro lado, Uribe enfrenta un proceso judicial por presunto soborno de testigos que, aunque dijo no se lo mencionó a Petro en su reunión de hace unas semanas, es posible que pueda volverse un campo de batalla no político si se activa la táctica de la oposición dura.
Es claro que la rama judicial no es política, al menos en teoría, pero los mecanismos de presión a través de diversos recursos ya se han usado en el pasado por ambas vertientes y saben cómo aprovecharlo.
En todo caso, mientras esos escenarios se definen y Uribe profesa en su colectividad la tesis de “visiones diferentes sobre la misma patria”, la bancada del Centro Democrático quiere una agenda legislativa propia después del 20 julio.
Por eso, el lunes que viene Uribe hará un repaso de lo que lograron impulsar en la legislatura 2018-2022, con el fin de mirar en qué enfilan baterías. Y si bien saben que le meterán el diente a las reformas tributaria y agraria de Petro, pues tienen interés en su desarrollo, también buscarán que se muevan iniciativas como la cirugía a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
De ese proyecto, que ya tiene un borrador en marcha, se sabe que el punto clave es crear una sala especial para los militares. Es casi un punto de honor para Uribe y su séquito. Esto se basa en que el propio Uribe dice que se necesita reformar el tribunal de paz porque no cree que sea digno que un tribunal creado para juzgar a exintegrantes de las Farc también lo haga con integrantes de las Fuerzas Militares.
Además, el expresidente ha sido un férreo opositor a esta entidad porque surgió del Acuerdo de Paz, que dice que promueve la impunidad.
Pero, en ese escenario, es clave hasta qué punto piensa ceder el Pacto Histórico y la capacidad de negociación que tenga Barreras. Esto se sabrá en cuestión de 6 días que faltan para la posesión del nuevo Congreso.
Fuente: El Colombiano
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