Cuando el Presidente de Estados Unidos, Barack Hussein Obama II, pisó ayer esta isla del Mar Caribe a las 4:31 minutos de la tarde (3:31 hora colombiana) con sus largos zapatos talla 46, miles de personas en Cuba y el mundo recibieron con alborozo la buena nueva por el rompimiento, de hecho, de la guerra fría entre el Coloso del Norte y la pequeña antilla que, aunque está a 90 millas de La Florida, la separa una gran distancia ideológica desde hace más de 50 años como aseveró Obama minutos antes de llegar de visita oficial.
En el Aeropuerto Internacional José Martí recibieron a Obama y su comitiva, el Ministro de Asuntos Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez y otros altos funcionarios y diplomáticos. Después de una reunión con empleados de la embajada estadounidense en La Habana, Obama visitó a pie La Habana Vieja y el casco antiguo de la capital.
Para miles de personas este hecho se convirtió en motivo de celebración ya que el mejoramiento de las políticas entre los dos repercute directamente sobre la calidad de vida de los cubanos de a pie, vivan en Estados Unidos o en esa isla.
Ahora los interesados no tendrán tantas restricciones cuando se relacionen desde y hacia el país gobernado actualmente por Raúl Castro Ruz, el hermano del longevo Fidel Castro, ese guerrillero que bajó de la Sierra Maestra por allá en 1959 con otros “barbudos” para casi perpetuarse en el poder con su revolución socialista.
Todo parecen buenas noticias pero la seguridad que se tomó se refleja en las restricciones que hay en algunos sitios de interés turístico como teatros, museos y otros lugares y que ha molestado a muchos visitantes llegados de países tan lejanos como Australia.
En un recorrido que hicieron los enviados especiales de la AGENCIA DE NOTICIAS RPTV a Cuba se vieron calles vacías, entre otras razones, por la inclemente lluvia que arreció esta tarde-noche sobre La Habana.
Hoy, aunque muchos turistas se quejan de lo que pasa, es un día para no olvidar jamás: el domingo 20 de marzo de 2016, la fecha en que apareció Obama para alegrar a miles de cubanos… ¡y amargarle la vida a uno que otro extranjero!.
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