
La brisa salada de San Andrés se convirtió en el último aliento de la familia Martínez Canro. Lo que prometía ser una semana de descanso en el Hotel Portobelo se transformó en una tragedia silenciada por la negligencia y la prisa. La historia de Tito Nelson Martínez Hernández, Viviana Andrea Canro Zuluaga y su hijo Kevin de 4 años, provenientes de Manizales, no es solo un caso judicial, es el eco de una muerte que pudo evitarse.
Todo comenzó con un olor. No a mar, ni a Caribe. Era un «olor a moho», como lo describió Viviana en los audios que le envió a su familia. Esa señal de alarma, que la incomodó desde el momento en que entró a la habitación, fue ignorada por la administración del hotel, que le negó el cambio de cuarto. La familia, sin saberlo, respiraba muerte en cada inhalación. La anoxia fue la causa final de su fallecimiento, una asfixia silenciosa y gradual que los llevó a la muerte mientras dormían.

El dictamen forense: la verdad detrás de la tragedia
El dictamen, emitido por el Instituto de Medicina Legal, fue contundente: la familia no murió por causas naturales, sino por una intoxicación letal. El químico responsable fue la fosfina, un gas venenoso utilizado como fumigante para el control de plagas en almacenes y granos. Se ha revelado que la habitación había sido fumigada y, al parecer, no se respetó el tiempo de espera mínimo, lo que la convirtió en una trampa mortal.
La batalla legal: un hotel que señala a terceros
Ante la creciente presión pública y la evidencia forense, el hotel ha emitido un comunicado oficial. La administración afirma que la responsabilidad no recae directamente sobre ellos, sino sobre la empresa que contrataron para la fumigación, que supuestamente usó un químico no autorizado, incumpliendo los protocolos de seguridad. Esta nueva información traslada el foco de la investigación. Si bien el hotel podría ser considerado responsable por contratar a una empresa que no cumplió con las regulaciones de seguridad, la atención se centra ahora en la compañía de fumigación. Esta empresa podría enfrentar cargos por uso indebido de sustancias químicas peligrosas y homicidio culposo.
Consecuencias penales, económicas y precedentes legales
La investigación penal se ha enfocado en determinar quién dio la orden de fumigar y si se cumplieron los protocolos de seguridad. En Colombia, el delito de homicidio culposo se castiga con penas de prisión que oscilan entre 32 y 108 meses. La Fiscalía podría imputar cargos tanto a los directivos del hotel como a los responsables de la empresa de fumigación.
En el ámbito económico, la familia de las víctimas, a través de sus abogados, ya ha anunciado que buscará una indemnización millonaria por daños y perjuicios, que no solo cubra los gastos funerarios, sino también el dolor moral y la pérdida de ingresos. En Colombia, las indemnizaciones por daños morales pueden alcanzar hasta 1.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
La justicia busca sentar un precedente para que tragedias así no vuelvan a ocurrir. Casos similares en el país han demostrado la contundencia de las decisiones judiciales:
- Caso del Glamping en Guasca: Una mujer falleció por inhalación de monóxido de carbono. El dueño del establecimiento fue imputado por homicidio culposo.
- Caso del hotel en Cartagena: Una familia fue intoxicada por la mala instalación de un calentador de gas. El hotel fue obligado a pagar una millonaria indemnización por los daños a la salud y el trauma psicológico de las víctimas.
La muerte de la familia en San Andrés no es solo una noticia, es una lección sobre la importancia de la seguridad y la responsabilidad. La justicia en este caso no solo busca castigar a los culpables, sino también establecer un precedente que garantice que una tragedia así nunca vuelva a repetirse.