
Marisela Duarte Rodríguez, diputada
Por Las Chivas del Llano y Boyacá
El Tribunal Administrativo de Casanare acaba de darle un portazo jurídico a quienes querían ver por fuera a la diputada Marisela Duarte Rodríguez. Este 30 de abril de 2025, el alto tribunal denegó la demanda de pérdida de investidura presentada por el ciudadano Nay Epimenio González Cely, y dejó en firme su curul como diputada del Centro Democrático.
Marisela no solo sigue sentada en la Asamblea, sino que ahora lo hace con más fuerza. Y quienes celebraban por anticipado su salida, les tocó morderse la lengua y remendar el discurso.
El fallo del Tribunal Marisela Duarte
¿De dónde salió todo este enredo?
Todo empezó el 28 de noviembre de 2024, durante una sesión de la Asamblea Departamental para elegir al secretario general de la corporación. En ese contexto, la diputada Marisela Duarte fue recusada por presuntos vínculos políticos y personales con una de las aspirantes al cargo, Katherine Salinas. La recusación la presentó el diputado Wilder Ávila, señalando posible cercanía afectiva y política entre Salinas y la familia Barrera-Duarte.
El problema estalló cuando Marisela decidió votar en su propia recusación. No una, sino dos veces, a pesar de que sus colegas —como el diputado Omar Ortega— le advirtieron que no podía hacerlo. Ese episodio detonó la demanda de pérdida de investidura, sustentada en la supuesta violación al régimen de conflicto de intereses.
El juicio: un ring político y jurídico
La demanda de Nay Epimenio González argumentó que Marisela actuó como juez y parte, y que su voto fue decisivo para participar en la elección del secretario. Pidió que se decretara la pérdida de investidura por violar los artículos 183 de la Constitución y 60 de la Ley 2200 de 2022.
La defensa de la diputada no se quedó atrás: alegó ausencia de dolo, falta de asesoría jurídica, confusión en el procedimiento y algo más profundo: violencia política de género. En una Asamblea compuesta por 11 diputados, solo dos son mujeres, y Marisela ha sido —según su defensa— blanco de intentos sistemáticos por deslegitimarla.
También se argumentó que el trámite de la recusación fue irregular y que la diputada actuó de buena fe, en medio de un contexto confuso, sin obtener ningún beneficio personal, político ni económico.
Lo que dice la ley… y lo que falló el Tribunal
El Tribunal recordó que para sancionar con pérdida de investidura deben probarse dos cosas: un hecho objetivo (como el conflicto de interés) y un hecho subjetivo (como el dolo o la culpa grave).
Tras revisar las pruebas, las intervenciones, y el contexto, concluyó que Marisela Duarte no incurrió en conflicto de intereses bajo los términos legales exigidos, y que no actuó con mala intención.
“No se encuentra acreditado que la diputada haya actuado con la intención de violar la ley, ni que haya obtenido un beneficio directo, actual y concreto. Por tanto, no hay mérito para decretar la pérdida de investidura.”
La frase que selló el fallo
“PRIMERO: Denegar las pretensiones de la demanda de pérdida de investidura promovida por Nay Epimenio González Cely en contra de la señora Marisela Duarte Rodríguez.”
Traducido al lenguaje del llano: Marisela sigue. La silla no se mueve.
El Tribunal analizó si había existido violación al régimen de inhabilidades, incompatibilidades o conflicto de intereses, como lo alegaba el demandante, pero concluyó que no se probó ningún beneficio particular, actual ni directo, ni se demostró dolo o culpa grave por parte de la diputada.
Además, enfatiza que la sanción de pérdida de investidura no puede edificarse sobre “el abuso del derecho y el aprovechamiento del error ajeno” y que Marisela actuó con buena fe errada e invencible, inducida por la conducta del presidente de la Asamblea.
Por tanto, el Tribunal no negó que la figura de la inhabilidad exista en el ordenamiento, pero dejó claro que en este caso, no se configuró ninguna que ameritara la pérdida de investidura.
Coletazo político: ¿a quién fortalece esto?
Este fallo no solo mantiene viva la carrera política de Marisela Duarte, sino que también le da aire a su entorno inmediato: su esposo, el senador Alirio Barrera, quien viene sonando como precandidato presidencial del Centro Democrático para 2026.
Lo que parecía una jugada para tumbar a Marisela, terminó reforzando su perfil público. Y lo que algunos veían como el fin de su ciclo, se convirtió en una vitrina para mostrar carácter, resistencia y poder político.
En resumen: “Nay” inhabilidad… y ahora hay más de un opositor que tendrá que repensar la estrategia mientras la diputada sigue caminando firme en el tablero político de Casanare.
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