23 de noviembre de 2024 - 3:57 PM
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¿Cuál es el poder del Clan del Golfo, que llevó al paro?

Un triste Día de la Madre pasaron los habitantes de más de 119 municipios del norte de Colombia. Si los dos años anteriores no pudieron celebrar por la pandemia, ayer fueron el temor, las ráfagas de bala y los panfletos amenazantes los que aguaron la fiesta. En los cuatro días del llamado “paro armado” que decretó el grupo narcotraficante Clan del Golfo en retaliación por la extradición de su máximo cabecilla, “Otoniel”, se vivió con zozobra, en medio de vías bloqueadas y vehículos calcinados —104 solo en Antioquia en los cuatro días—.

La jornada de ayer no fue muy diferente a la de los días anteriores. En el Bajo Cauca y el Urabá antioqueño amanecieron los comercios cerrados de nuevo; en Tadó, Riosucio y varios municipios de Chocó se mantuvo el grave confinamiento de la población, que no puede salir por temor a los ilegales. Iguales imágenes se vivieron en pueblos de Bolívar y Magdalena.

Durante el paro armado se ha irrespetado incluso a las ambulancias y las misiones humanitarias. Por eso, el defensor del pueblo, Carlos Camargo, exigió ayer respeto por la misión médica. Solo en Córdoba hay 162 pacientes con diálisis en casa que no han podido recibir tratamiento. “Los grupos armados no pueden jugar con la vida de los pacientes, la situación es crítica porque los tratamientos como la diálisis deben hacerse a diario”.

Si bien es cierto que las acciones armadas han disminuido con el paso de los días, y que no se han presentado recientes quemas de vehículos, los bandidos han demostrado un control territorial imposible de negar. De eso da cuenta un habitante de Cáceres, que contó por Whatsapp cómo les envían panfletos amenazantes firmados con las siglas Agc —Autodefensas Gaitainistas de Colombia—, la fachada política con la que “Otoniel” quiso investir al Clan del Golfo. “Negocio que abra, negocio al que le toman foto y que amenazan. Desafortunadamente ya nos acostumbramos a vivir a merced de estos bandidos”.

En Apartadó, epicentro de Urabá, un habitante narró que “todo el territorio veredal es de ellos”. Basta con transitar esas zonas para encontrar, temblorosas y amenazantes, las siglas Agc escritas con aerosol. No menos diciente, volviendo al Bajo Cauca, fue la revelación de que ayer no había cómo movilizar cadáveres en esa región. Así lo denunció la Asociación de Personerías del Bajo Cauca. “Se aborda situaciones como la imposibilidad de transportar cadáveres, víveres, personas que requieren atenciones médicas en diferentes localidades”, reza un comunicado expedido por la asociación.

La reacción del Estado

Para los analistas consultados para este artículo, la reacción del Estado fue tardía. El jueves, primer día oficial del paro, en Antioquia se quemaron unos 34 vehículos. La vía entre Medellín y la Costa Atlántica fue bloqueada por una mula atravesada y la subida a Matasanos fue cerrada preventivamente luego de la quema de un bus en Donmatías y una tractomula en los Llanos de Cuivá.

Ayer, sin embargo, desde Presidencia se informó de la implementación del Plan Democracia 2022, un despliegue del Ejército en las zonas más afectadas por el Clan del Golfo. En los departamentos afectados hay 56.000 uniformados que han acompañado 205 caravanas.

Solo en Antioquia, desde la noche del sábado, se reforzó el pie de fuerza con 2.000 uniformados más, entre policías y soldados. La Policía ha capturado a 92 personas durante los cuatro días del paro armado, 21 de ellos por orden judicial y 71 en flagrancia.

Entre los detenidos está alias “Pedro”, señalado por ser el segundo cabecilla del Clan en Magdalena. Según las autoridades, el hombre es responsable de la quema de 13 vehículos, nueve de ellos en el Cesar. También se han realizado 37 allanamientos contra el grupo armado, en los que se han incautado 12 armas de fuego, 481 cartuchos, 6 granadas, 23 celulares y más de 50 millones de pesos en efectivo.

Ayer, el ministro de Defensa Diego Molano, y el gobernador de Antioquia Aníbal Gaviria, hicieron un sobrevuelo por la vía Medellín-Urabá y algunos municipios del Norte. Las conclusiones fueron que la normalidad ha vuelto de a poco a algunos poblados.

Duque cayó mal

El sábado en la noche, después de tres jornadas violentas, el presidente Iván Duque hizo una declaración pública. Además de recalcar la oferta de $5.000 millones a quien dé información que ayude a la captura de Siopas y Chiquito Malo, los herederos de “Otoniel”, el presidente pronunció unas palabras que cayeron mal en los territorios.

“No nos vamos a prestar para este juego intimidatorio de los reductos del Clan del Golfo. Ellos creen que con estos actos aislados, cobardes, van a generar zozobra en el país (…) lo poco que le queda al Clan del Golfo caerá por completo”.

Solo unas horas más tarde, los 19 alcaldes del Occidente antioqueño le enviaron un vehemente comunicado al presidente Duque. En una página le expresaron que la movilidad está restringida en sus municipios, que empresarios han recibido amenazas de hombres “fuertemente armados” y que se han hecho reiterados disparos al aire.

En Frontino, por ejemplo, varios hombres llegaron a la estación de policía e hicieron replegar a los cinco uniformados que estaban de turno. Jorge Hugo Elejalde, el alcalde de Frontino, le dijo ayer a este diario que hasta su despacho llegó información del ataque que iban a acometer los supuestos miembros del Clan del Golfo.

Contó que se comunicó con Policía y Ejército, pero no fue escuchado. “Las palabras del presidente, diciendo que son reductos del Clan del Golfo, son ignorantes y arrogantes. Acá llegan tipos en motos, armados, y hacen encerrar a la gente. Estamos desabastecidos de gas, a merced de 1.000 bandidos que reinan en el Occidente. Duque tiene que entender que esto no son los jardines imperiales, aquí está el vivir de los colombianos y nos tienen arrinconados los bandidos. Uno no puede minimizar eso”.

La fuerza del Clan

Los carros incinerados, las fachadas pintadas y la población acorralada, todo contado anteriormente, es muestra de que el Clan del Golfo tiene gran poder, en especial en el noroccidente del país.

Según informes de inteligencia conocidos por EL COLOMBIANO, este cartel tiene 3.804 integrantes; unos 1.600 son de base y el resto son aliados y socios, muchos contratados como “franquicias” para hacer operaciones ilegales.

El Clan del Golfo está dividido en un estado mayor, conformado por Siopas, el encargado del ala militar, y Chiquito Malo, en cabeza del narcotráfico y las finanzas. Debajo del estado mayor hay cuatro bloques y de ellos se desprenden 23 frentes con influencia en 20 departamentos y células en Panamá, Venezuela y España.

Este es el sexto paro armado a nivel nacional que ejecuta la organización. Han corrido rumores de que las acciones obedecen a una droga estancada que se necesitaba sacar del país, pero esa hipótesis no fue estimada por los conocedores porque no hay elementos que prueben que haya problemas con las rutas. También han aparecido versiones de supuestas divisiones internas, pero estas se caen por su peso, pues los cuatro bloques han actuado de manera coordinada para sembrar el terror en el paro.

Jeremy McDermott, coodirector de la fundación Insight Crime, comentó que el paro es una muestra más del poder del Clan, que no solo vende cocaína, sino que ha logrado “penetrar muchos de los órganos del gobierno local y elementos de las fuerzas de seguridad”. El experto añadió que la organización lava ingentes cantidades de dinero y, bien o mal, genera empleo y mueve la economía regional.

Para McDermott, Duque subestimó el poder del Clan del Golfo en su alocución. “El presidente ciertamente está subestimando el poder del Clan del Golfo. El paro armado ha demostrado el poder disruptivo que tiene el Clan en más de 150 municipios, especialmente en Antioquia y Córdoba”.

Pero John Marulanda, experto en defensa, dijo, como Duque, que el poder de la organización está cimentado en la intimidación, en el terror psicológico, y no en un poder fáctico. “No tienen el poder que dicen. Hacer terrorismo en Colombia es muy fácil. Ordenar con un panfleto que se cierre el comercio lo hacen una o dos personas. Lo que tienen es un poder de intimidación”.

La cuestión de fondo es cuánto tiempo se mantendrá cohesionada la estructura. Para los expertos, lo más probable es que se atomice y cada frente termine obedeciendo a un cabecilla. “Parte del Clan del Golfo, especialmente aquellos elementos fuera del corazón de la organización en Urabá, ya opera como una franquicia donde los comandantes locales tienen una gran autonomía. Esa autonomía probablemente crecerá”, explicó McDermontt.

La captura de Otoniel podría romper esa unidad dentro de la organización, pero mientras siga exportando unas 1.400 toneladas de cocaína al año, seguramente seguirá sembrando el terror y dominando porciones del territorio nacional.

El paro armado impuesto por el Clan del Golfo, en teoría, termina hoy. Aunque el despliegue de la fuerza pública ha ayudado a un tímido retorno a la normalidad, la zozobra continuará para estas poblaciones con la presencia de los bandidos .

Fuente; El Colombiano

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