
Más de 500 familias del barrio Juan Pablo II en Villavicencio recibieron este miércoles una mano amiga tras la creciente del río Ocoa, en una jornada que mezcló trabajo duro, ayuda humanitaria y mucho corazón.
Desde temprano, volquetas, palas, escobas y botas entraron a las calles arrastradas por el barro. La Gobernación del Meta, junto a su equipo de Gestión del Riesgo y con apoyo del Ejército, vecinos y líderes comunitarios, lideró una intervención que limpió calles, recogió escombros y levantó ánimos entre quienes lo perdieron casi todo.
El banco de maquinaria del departamento puso a disposición nueve volquetas y un cargador para retirar muebles, desechos y lodo acumulado por la emergencia. Mientras tanto, se entregaron más de 200 colchonetas y frazadas casa a casa, en medio de abrazos, bendiciones y la presencia directa de la gobernadora Rafaela Cortés Zambrano.
Y como en todo buen acto solidario, no faltó el alimento compartido. Un sancocho comunitario calentó el alma de más de 800 personas que, entre cucharadas y relatos, empezaron a reconstruir el ánimo.

“Este trabajo ha sido organizado y equitativo. Con el apoyo de la gobernadora y los líderes, hemos podido enfrentar el frío nocturno y dar esperanza”, dijo el padre Carlos Alexander Alemán, párroco del sector.
La Gobernación del Meta hizo un llamado a la ciudadanía, empresas y organizaciones sociales para que se sumen a la reconstrucción, porque cuando el agua arrasa, solo la solidaridad puede levantar lo perdido.