
Atención a los residentes de Yopal, llevando salud y esperanza a la comunidad.
El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte de Yopal cuando la ciudad vivió una jornada que, más que una simple asistencia médica, se convirtió en un verdadero acto de solidaridad. Seis barrios vulnerables fueron el escenario de un esfuerzo colectivo, donde la Alcaldía de Yopal, la Fuerza Aeroespacial Colombiana, el Ejército Nacional y la Policía Nacional se unieron para llevar, de manera gratuita, servicios médicos esenciales a más de 600 personas.
La fila de pacientes no tardó en formarse desde temprano. Hombres y mujeres de todas las edades, con rostros cansados pero esperanzados, se acercaban al punto de atención con la ilusión de recibir algo tan básico como una consulta médica o un tratamiento que, en otros tiempos, había parecido fuera de su alcance. Para muchos, era la oportunidad de obtener lo que durante años parecía imposible: salud, dignidad y un futuro más claro.
En medio del bullicio de la jornada, un gesto, quizás pequeño para algunos, se convirtió en un símbolo de la transformación que se vivía allí. Seis personas recibieron prótesis dentales sin costo alguno. Entre ellas, Marta, una mujer de 56 años que, después de años de vivir con el dolor y la vergüenza de no poder sonreír, ahora veía el futuro de una manera diferente. «Nunca pensé que llegaría este día», dijo con una sonrisa tímida, pero llena de emoción, mientras los médicos colocaban su nueva prótesis. «Esto me cambia la vida. Ya puedo sonreír sin sentirme avergonzada», agregó, agradecida por un gesto que para ella significó mucho más que un simple tratamiento médico: fue la devolución de su autoestima.
Pero la jornada no solo se trataba de sonrisas renovadas. En un rincón, un grupo de mujeres esperaba nerviosa para hacerse el examen de citología, mientras los hombres se acercaban a las estaciones de examen de próstata. La Liga Colombiana contra el Cáncer había llegado con un objetivo claro: salvar vidas a través de la detección temprana. La atmósfera estaba cargada de expectativas, de un futuro incierto que, gracias a esas pruebas, podría ser mucho más prometedor.

Mientras tanto, los niños corrían por los pasillos improvisados de la jornada, con sus nuevas mochilas escolares que Totto y Colsubsidio les entregaron con alegría. Aunque el calor del día era implacable, las risas de los pequeños eran el bálsamo perfecto para un ambiente que había ido tomando una energía especial. Sus ojos brillaban con la emoción de saber que no solo habían recibido atención médica, sino también algo tan esencial para su futuro como una mochila nueva. «¡Mira, mamá, tengo mi maleta para la escuela!», gritaba uno de los niños mientras salía corriendo, mostrando su nueva adquisición, un gesto tan simple, pero tan cargado de esperanza.
En un rincón del centro de atención, un grupo de médicos voluntarios, apoyados por la Fundación Manos Pintadas de Azul, la Corporación Procaps y Minuto de Dios, entregaban ropa, alimentos y otros donativos a quienes más lo necesitaban. Cada gesto, por pequeño que fuera, era una muestra tangible de que en medio de la adversidad, la comunidad podía contar con la solidaridad de quienes no dudaron en hacer su parte.

Sin embargo, lo que realmente marcó el día fueron los momentos de alegría y emoción que brindó la Fundación Doctora Clown. En medio de la atención médica, los payasos se presentaron ante los niños con su característico humor, logrando arrancar risas y olvidando, por un instante, las preocupaciones. A través de juegos y bromas, crearon un espacio seguro donde la salud emocional también fue parte del cuidado integral.
Con cada sonrisa, con cada agradecimiento, quedó claro que esa jornada fue mucho más que una simple actividad médica. Fue un recordatorio de lo que puede lograrse cuando la comunidad, las instituciones y las fuerzas armadas se unen en torno a un mismo propósito: mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables. La Fuerza Aeroespacial Colombiana, el Ejército y la Policía Nacional reafirmaron su compromiso con la región, demostrando que la solidaridad no tiene fronteras y que el bienestar de todos está en manos de quienes deciden actuar por el bien común.
En cada rostro de las personas que se acercaron a esa jornada, se reflejó la esperanza. Esa esperanza de que, aunque los días puedan ser difíciles, siempre habrá quienes estén dispuestos a tender la mano, a hacer la diferencia, a devolver un poco de lo que la vida ha tomado. Y esa jornada en Yopal fue, sin duda, un reflejo de que la solidaridad, cuando se convierte en acción, tiene el poder de cambiar vidas.