
Lo que debía ser una fiesta en Trinidad se convirtió en un golpe directo al corazón de la política local, cortesía del diputado de Casanare, Omar Ortega. Con la frente en alto y sin pelos en la lengua, Ortega destapó la cruda realidad y la inacción que, según él, está frenando al municipio.
El bombazo llegó cuando Ortega, recordando su propia experiencia como concejal de Yopal donde apoyó proyectos a pesar de las diferencias políticas, lanzó la pregunta que dejó a muchos con la boca abierta: «¿En cuál de esas gestiones y esos recursos que llegaron y que están llegando a Trinidad está su diputado?». Y la respuesta, sin rodeos, fue: «¡En ninguna!». ¡Así como lo lees! El diputado de Trinidad, el que supuestamente debería estar moviendo cielo y tierra por su gente, «no ha participado en ninguna» de las gestiones clave.
Ortega lo dejó claro: esta inacción «muestra la verdadera situación política que tiene el municipio de Trinidad». Lamentó que un momento de alegría se volviera una exhibición de «ponerse de talquera ni de palito en la rueda para que la plata no llegue a Trinidad». Dijo que el papel de los líderes es «ayudarle a los mandatarios, sean del partido que sean», no poner zancadillas.
A pesar de las críticas, Ortega le echó flores a la alcaldesa Damaris Abril, a quien ha visto «luchar sola» y ha acompañado en mesas de trabajo, aunque él no sea de Trinidad. Y en un llamado que retumba, le dijo a la alcaldesa: «¡No sea Milane, alcaldesa, no sea Milane!». Es un grito para que sea fuerte, porque si ella pierde, «aquí pierde la población que durante años pide y exige transformación». ¡Es la gente de Trinidad la que sufre cuando los políticos no se unen!
El diputado no se guardó las cifras de las inversiones que, a pesar de todo, están llegando a Trinidad:
- ¡21.000 millones de pesos! Para pavimentación y obras pluviales en siete barrios, un paso fundamental para el urbanismo del municipio.
- 3.000 millones para la cancha del barrio Cristoy.
- 6.000 millones para el Parque de Bocas.
- 1.600 millones para más cámaras de seguridad.
Ortega insistió: «¿Se necesitaba o no se necesitaba?» estas obras, especialmente la de los 21.000 millones. La respuesta de la gente fue un rotundo «¡Claro que se necesitaba!». A pesar de que se necesitan más cosas, hay que «priorizar el recurso que está» porque la plata no es ilimitada.
Finalmente, el discurso se extendió a un llamado al gobernador para que no se gaste el presupuesto en «migajas», sino que invierta en «grandes obras que generen empleos diferentes a los del sector público».