
Mire sumercé, le cuento que por fin, como quien cultiva con esperanza entre el invierno y el verano, el Instituto Nacional de Vías (Invías) culminó la pavimentación de 300 metros en el sector conocido como Chorro Blanco, allá por el kilómetro 81 del corredor que une a Sogamoso con Aguazul, justo entre los departamentos de Boyacá y Casanare.
Estos trabajos, que hacen parte del tramo 4 de la vía nacional, se realizaron como obras de mitigación para garantizar la movilidad de los viajeros y transportadores, quienes a diario cruzan esta ruta cargando futuro. Gracias a esta intervención, se dio paso nuevamente al tráfico de vehículos por el sector, mientras se avanza con la pavimentación de otros 450 metros que están en agenda.
Es que no es cualquier carretera, no señor. Esta vía es la vena aorta del campo, por donde baja la papa, las hortalizas y las frutas del altiplano cundiboyacense, y sube la carne y el plátano sabanero que se da sabroso en Casanare. Aquí se cruzan los sueños del llano con la disciplina de la montaña. Se ve pasar el camión de doña Rosita con mazorcas de Firavitoba, y el de don Carlos con carne de Yopal, fresquita y bien empacada. ¡Esa es la hermandad que une al centro del país con los llanos orientales!
Adelante, que el campo no espera y el país se construye paso a paso. 🌄🇨🇴
Según Invías (@InviasOficial), esta obra hace parte del compromiso del Gobierno del Cambio, que sigue cumpliendo con obras de infraestructura que conectan al país y promueven el tránsito seguro. Eso sí, se recuerda que aún hay restricciones: no pueden pasar vehículos de más de 32 toneladas entre los kilómetros 16 y 81 y del 82 al 107, y entre los kilómetros 81 y 82 el límite es de 28 toneladas, como lo ordena la Resolución 6114 de 2024.
«Cuando se tranca esa carretera, se tranca la vida misma», dice don Eugenio González, un conductor viejo lobo de montaña que desde hace 25 años mueve cebolla y recuerdos entre Aquitania y Tauramena.
“Casanare y Boyacá no solo comparten frontera, comparten alma, mercado y familia”, agrega don Ismael, comerciante que cada semana lleva y trae el sabor de dos regiones que se entienden sin palabras.
Así, con estos primeros 300 metros pavimentados en Chorro Blanco, se abre camino no solo al tránsito, sino a la esperanza. No es el final del viaje, pero ya se siente más cerca. Porque cada metro de asfalto es menos polvo, menos tranca y más vida.