
En el corazón de Boyacá, donde la tradición y la montaña se abrazan, el Festival Internacional de la Cultura Campesina (FICC) sigue dejando huella. Esta vez, Ramiriquí y Saboyá se vistieron de fiesta para recibir el Territorio FICC, un recorrido que ya ha llegado a más de 30 municipios sembrando arte, memoria y orgullo por el campo.
Ramiriquí, un canto al alma campesina
Bajo un sol que parecía celebrar con ellos, más de 500 personas llenaron la plaza de Ramiriquí para disfrutar del Ensamble Artístico del FICC, un espectáculo en el que la música y la danza se entrelazaron con la fuerza del campo boyacense.
El evento contó con la participación de la Escuela de Formación de Ramiriquí y la Banda Sinfónica Ramón Idelfonso Ramírez, que unieron sus sonidos para rendir homenaje a las raíces campesinas.
El público, entre aplausos y sonrisas, también disfrutó de lo mejor de la gastronomía local: las arepas de cuajada recién asadas, el mute humeante, la trucha arcoíris, las habas tostadas y los dulces que saben a historia.
“Estos espacios fortalecen el acervo cultural de nuestras comunidades y son una apuesta por los jóvenes, a quienes invitamos a cuidar de estas tradiciones”, dijo Pedro Pablo Bejarano, coordinador de Cultura y Turismo de Ramiriquí.
Saboyá, donde el arte se canta y se baila
Un día después, Saboyá, el pueblo inmortalizado por “La Cucharita” de Jorge Velosa, recibió con los brazos abiertos al Territorio FICC.
El Ensamble Artístico “Un campo donde todos cabemos” iluminó la jornada con presentaciones de la Escuela Artística Cacique Saboyá y la Banda Sinfónica Municipal, que pusieron a vibrar al público con ritmos tradicionales y coreografías llenas de vida.
La emoción se notaba en los rostros y en los aplausos que retumbaban entre montañas.
“Nos vamos felices; tuvimos una gran acogida, fue un evento de gran impacto cultural junto a los artistas locales. Estos espacios ayudan a resaltar las líneas de la cultura boyacense y campesina, fortaleciendo el sentido de pertenencia”, comentó María Isabel Rodríguez,