Un restaurante abarrotado para celebrar el Año Nuevo chino. Un centenar de contagios en un edificio de diecinueve plantas. Un grupo de devotos budistas que viajan en autobús para un rito religioso. Son tres brotes reales, minuciosamente documentados por las autoridades, en los que se produjeron múltiples contagios de covid. ¿Qué ocurrió en esos escenarios? ¿Cuáles fueron los factores de riesgo? ¿Qué lecciones podemos aprender, ahora que tratamos de recuperar la normalidad, en restaurantes, oficinas, medios de transporte y otros lugares similares?
La oficina
En una sola estancia de un call center se multiplicó el riesgo de contagio al sumar cuatro factores decisivos: contactos múltiples, cercanos y prolongados en un espacio cerrado.
Los empleados del ‘call center’ del 11º piso trabajan agrupados en mesas de 13 puestos durante su jornada laboral.
En la investigación que realizaron las autoridades seulenses se descubrió que allí se concentraban casi todos los contagios descubiertos en el brote que afectaba a un edificio de diecinueve plantas que implicaba a más de mil personas, entre vecinos y trabajadores. Pero los contagios se concentran casi exclusivamente en la misma sala. A pesar de la considerable interacción entre los trabajadores en diferentes pisos del edificio en los ascensores y el vestíbulo, la propagación se limitó a esa estancia llena de empleados en sus mesas, “lo que indica que la duración de la interacción (o contacto) probablemente fue el principal facilitador para una mayor difusión”, explican los científicos coreanos en un estudio.
Las recomendaciones de los científicos y las autoridades sanitarias inciden en evitar esa multiplicación de riesgos evitando la concentración de personas en lo posible. Las medidas van desde decisiones administrativas como teletrabajar por turnos o cuando se presenten síntomas, hasta protecciones físicas como mascarillas o evitar que los empleados compartan materiales de oficina. Además, se recomienda la separación de los trabajadores, evitar aglomeraciones en reuniones, accesos o zonas de comidas, y mantener los espacios correctamente ventilados.
“Debemos reducir la concentración de personas y el tiempo de exposición, el rato que pasan juntas. Si reducimos uno y otro factor, reducimos el riesgo”, resume Maricruz Minguillón, investigadora de IDAEA-CSIC.
Así podemos evitarlo
El restaurante
Una comida de Año Nuevo en Guangzhou el 24 de enero es el mejor ejemplo de los riesgos que se pueden evitar en locales cerrados. Ese escenario ha sido analizado en detalle en dos estudios distintos (1, 2) por parte de las autoridades sanitarias chinas y la conclusión es clara: la mala ventilación puede ser decisiva si el contacto se mantiene durante situaciones prolongadas. De nuevo, la ecuación que suma tiempo e interacción social multiplica los riesgos.
Las cámaras del local muestran que los sujetos contagiados no tuvieron contacto ni en los baños ni en otro lugar que pudiera propiciar la transmisión del virus. Aunque el contacto cercano, dicen los científicos, puede desempeñar un papel importante en la transmisión del SARS-CoV-2, es posible la transmisión del virus en pequeñas gotitas en suspensión “en recintos abarrotados y mal ventilados”. Los extractores de aire hacia el exterior estaban cerrados.
“Nuestro estudio sugiere que es crucial prevenir el hacinamiento y proporcionar una buena ventilación en edificios y cabinas de transporte para prevenir la propagación del SARS-CoV-2”, añaden. Las recomendaciones de las autoridades sanitarias insisten en todo momento en evitar los sistemas de recirculación del aire. Y trasladar al exterior todas las actividades siempre que sea posible.
Así podemos evitarlo
El autocar
Las autoridades chinas e investigadores de universidades de EE UU analizan un brote producido en un rito budista al que acudieron en dos autocares en un viaje de 100 minutos (50 minutos por trayecto). Una mujer con síntomas viajaba en uno de los vehículos, en el que el aire recirculaba entre los pasajeros. Se contagiaron 23.
“El paciente 0 en este brote parece haber sido un supercontagiador”, explica Emily Gurley, epidemióloga de la Universidad Johns Hopkins. “Estos eventos ciertamente suceden. Como en el restaurante, la transmisión podría explicarse por aerosoles y gotas que viajan distancias más largas a través del aire desde la ventana o aire acondicionado”, añade.
Distintos estudios en Japón y otros países muestran que los medios de transporte no son lugares en los que se produzcan grandes contagios si los usuarios mantienen las normas de higiene y protección, sobre todo el uso de mascarillas, que evitan la expulsión de partículas contagiosas al ambiente, como sucedió en el caso de la paciente 0 del autocar. Además, se sugiere establecer medidas de protección específicas para los conductores del transporte, mejorar la ventilación y aumentar la regularidad de autocares y trenes para reducir en lo posible las aglomeraciones.
Así podemos evitarlo
En cualquier situación en el que se vaya a producir una acumulación de personas durante mucho tiempo se debe aplicar esta jerarquía de control, que consiste en aplicar primero y en mayor cantidad los métodos más eficaces para aislarnos del riesgo de contagio.
Fuentes: Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE UU, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Guangzhou y Hangzhou, Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, IDAEA-CSIC, Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud (OMS, Queensland), Gobierno de Corea.
Desarrollo: Belén Polo.
Fuente El Pais de España