
La noche caía sobre el río, en ese punto conocido como El Bambú, kilómetro 30 de la vía que une Rionegro con El Playón, en el departamento de Santander. Angie, una niña de 12 años, sostenía la caña con manos pequeñas pero firmes. Su padre, a su lado, le indicaba dónde lanzar el anzuelo. Era una costumbre sencilla, un momento para compartir en silencio, escuchando el murmullo del agua y el canto distante de los grillos.
De pronto, la calma se quebró. Un haz de luz los encandiló. Entre sombras, un hombre apuntó y disparó. El sonido seco del arma rompió la noche, y Angie cayó al suelo, llevándose las manos a la garganta. No hubo palabras, no hubo aviso, solo el disparo.
El padre gritó su nombre y la alzó con desesperación. El lugar, de difícil acceso, se convirtió en una carrera contra el tiempo. Con ayuda de otros pescadores, la llevó hasta el hospital de Rionegro. El personal médico luchó por retenerla, pero la herida era mortal. Angie murió poco después, dejando un silencio ensordecedor en la sala de urgencias.
La Policía de Santander reaccionó de inmediato. Patrullas, investigadores y unidades de inteligencia se desplegaron por la zona. Horas después, el presunto autor, Nelson Rodríguez, fue capturado. Ahora está en manos de la justicia, mientras una familia y un pueblo entero intentan entender por qué una noche de pesca terminó marcada por la violencia.
En la orilla del río, las aguas siguen corriendo, pero para el padre de Angie, ese lugar ya no volverá a ser el mismo.