En la terraza del hotel Parque 63 quedó la silla que habría utilizado para superar la barrera de vidrio del 8° piso desde donde se arrojó. Las últimas 24 horas del empresario
LAS2ORILLAS
Todo empezó el martes 26 de abril cuando el empresario de 32 años, Felipe Correa, terminó su jornada de trabajo y llamó a su esposa María Jimena Díaz para informarle que pasaría a recogerla en su oficina ubicada al norte de Bogotá, en la calle 79 con carrera 9. Nunca llegó. Díaz advirtió de la situación a los hermanos y demás familiares de su esposo y amigos. Y entre todos emprendieron la búsqueda. Recorrieron lugares frecuentados por Felipe y divulgaron por Facebook y Twitter la desaparición que rápidamente tuvo eco desde cuentas tan populares como la de Daniel Samper Ospina. Con una alerta de “Desaparecido” publicaron una imagen de Correa en traje, un número de contacto y agregaron la información básica: “32 años, mide 1,80m, de tez delgada, pelo oscuro, ojos cafés. Estaba vestido con una camisa blanca, chaqueta de oficina, pantalones oscuros. Usa gafas”. El anuncio fue ampliamente difundido. Correa era conocido en distintos medios sociales y la noticia voló.
Durante el día su esposa María Jimena, que es una publicista con contactos en los medios, se comunicó con emisoras de radio y con el Gaula de la Policía, tratando de visibilizar aún más la alerta sobre desaparición de Correa. A través de un monitoreo a la cuenta bancaria de Correa surgió una primera hipótesis: tal vez había sido víctima de un paseo millonario, pues habían registros de retiros. El primero desde un cajero electrónico de Servibanca ubicado en carrera 15 con calle 93, a las 8 pm, muy poco después de que su esposa perdiera comunicación con él. También había el registro de una compra hecha luego en otra zona de la ciudad, en el almacén Éxito de la calle 53 con carrera 13. Esto llevó a pensar que Correa podría ser blanco de delincuentes que drogan con escopolamina para doblegar la voluntad de las víctimas para así hacerse con la plata depositada en cuentas bancarias.
Mientras que María Jimena buscaba acá y allá a su esposo, el anuncio de su desaparición ganaba eco en las redes sociales. Carlos Arturo García y Alejandra Quintero, dos periodistas y esposos, conocieron la información vía Twitter temprano en la mañana, y más tarde, hacia las 11 a.m., cuando transitaban a pie por la carrera 7 con calle 27, se toparon en el andén con un hombre que les recordó de inmediato la fotografía del desaparecido.
«Felipe entró apresurado a una feria de artesanías que está ubicada metros al norte del edifico Seguros Tequendama. Cuando volvió a salir, segundos después, logré interceptarlo. Lo llamé por su nombre y se detuvo, me ofreció su mano derecha en señal de saludo, a lo cual correspondí. Mientras esto ocurría, Alejandra nos alcanzó y tomó una fotografía con la única intención de asegurarse de que se trataba de la persona correcta«.
«De inmediato Alejandra marcó al número indicado en la cuenta @JuanAbelG y después de varios intentos no contestaron, por lo que dejó un mensaje de voz con todos sus datos. Minutos después, hacía las 11:16 de la mañana, Alejandra recibió la llamada de Juan Abel, y le comentó lo sucedido. A las 11:25 un teniente del Gaula se comunicó con ella y le pidió la fotografía que tomó y que circulaba en twitter«
«Luego de eso, entraron varias llamadas al celular de Alejandra. Las de cuatro policías, algunos amigos de Felipe y María Jimena, su esposa. A partir de ese momento creció la solidaridad en redes sociales y Alejandra estuvo contestando múltiples mensajes que entraban a su cuenta de twitter«
«La última comunicación que recibió fue a las 3:45 de la tarde, por parte de Ángel, un amigo cercano de Felipe, con quien buscamos la posibilidad de entrevistar a María Jimena en Gente Colmundo, para que más personas se sumaran a la búsqueda de Felipe Correa».
En la foto que hicieron los periodistas con Correa se ve que este usa la ropa con que desapareció el día anterior, pero el detalle de que no lleve medias con ese traje llama la atención. Los periodistas prestaron toda la colaboración y ofrecieron los micrófonos de la emisora donde trabajan para que la esposa de Correa también difundiera la alerta por allí.
Tras conocer la fotografía y los detalles que aportaron los periodistas, el Gaula hizo un barrido por las cámaras de seguridad del sector y lograron ver en una de estas el registro de Correa, quien aparece caminando sólo y de espaldas, alejándose de la cámara. Los registros dieron esperanza a la familia y amigos, todos suponían que pronto hallarían a Correa. Pero no fue así. Lo siguiente que se supo fue la tragedia de su muerte.
Fuentes dentro del hotel le confirmaron a esta revista que Correa estaba hospedado allí. Llegó a la recepción hacia las 8 de la mañana del día de ayer (miércoles 27 de abril de 2016), y sin generar inquietud, ni ninguna sospecha entre el personal a cargo, se registró. Tomó una habitación y pagó con su tarjeta de crédito, para lo cual también habría presentado su cédula. Un rato después salió del hotel (probablemente fue poco después que se encontró con los periodistas que lo abordaron). Cerca de las dos de la tarde regresó al hotel, venía empapado por la lluvia que caía en el sector. Minutos después habría subido a la terraza de acceso público para los huéspedes en el octavo piso. Allí usó una silla para superar la barrera de vidrio que hay en la más alta línea frontal del hotel, desde donde cayó. Los datos resultan reveladores porque son indicios de una acción premeditada, y da cuenta que portaba sus documentos y tarjeta bancaria.
Al lugar de la tragedia acudieron los bomberos y la Sijín de la Policía quienes practicaron el levantamiento. Tras cruzar información y hacer verificaciones al final de la tarde se estableció oficialmente que se trataba de Felipe Correa Fernández.
Ahora investigadores de la Policía y la Fiscalía están tratando de juntar las pistas para resolver el enigma de qué fue lo que le ocurrió en las horas previas a Correa y definir si realmente su triste final fue un suicidio. La autopsia de Medicina Legal será definitiva para saber la verdad.