Los hechos de esta escalofriante historia ocurrieron el 23 de abril, cuando el hijo de Cevher Toktas fue ingresado a la clínica de Bursa con síntomas de COVID-19. Toktas llamó al personal médico diciendo que su hijo tenía problemas para respirar. Dos horas después, el menor falleció.
El futbolista turco se entregó a las autoridades 11 días después e hizo su confesión: asfixió al niño con una almohada porque “no lo quería”.
“Puse una almohada en la cabeza de mi hijo, que estaba acostado boca arriba. Apreté durante 15 minutos sin parar. Mi hijo resistió un tiempo. Cuando dejó de moverse, saqué la almohada. Luego llamé a los médicos para que no sospecharan”, confesó Toktas.
Según dijo a las autoridades, nunca quiso a su hijo y esa fue la única razón para asesinarlo. Toktas, además, aseguró que no tiene ningún problema mental.
El futbolista será juzgado por homicidio y podría pagar cadena perpetua.
