Era 1979 cuando Rigoberto Díaz Díaz y su esposa pisaron por primera vez a Monterrey. Venían de San Luis de Gaceno, su misión era reconstruir la sede de la iglesia cristiana evangélica Panamericana, al fin y al cabo sería el pastor y necesitaban con su esposa e hijos tener la casa de Dios en buen estado. Su pastoreo en San Luis de Gaceno y El Secreto había terminado.
Su misión ahora era Monterrey, pueblo famoso para la época, porque ya estaban empezando a tener plata los «magiosos» producto de la bonanza esmeraldera y de la otra bonanza; la de la coca.
No fue nada fácil el comienzo para Rigoberto Diaz, Monterrey era un pueblo machista y excluyente, sobre todo con la religión, más si eran evangélicos, a pesar de que las primeras huellas de la cristiandad en el siglo xx en Monterrey, fueron las de los cristianos evangélicos, estos se habían asentado en lo que hoy es la escuela Bethel, a mediados de los años cuarenta.
Sus principales líderes espirituales, eran los esposos norteamericanos Jaime y Rita Holdeen, quienes llegaban cada quince días en avión a supervisar el templo y el caserío. El primer pastor de Monterey para la época, sería un tal Esteban Parra. Pero el odio religioso y la persecución del estado sobre los habitantes de la región, a quienes llamaban revolución, hizo que el ejército llegara a comienzos de los años cincuenta y quemaran el templo y al caserío evangélico.
Rigoberto Díaz Díaz murió en Monterrey el primero de diciembre del 2021, habia nacido en la Vega Cundinamarca en 1946, tenia 75 años.
Pues a Rigoberto Díaz el nuevo pastor para Monterey en 1979, el odio religioso y la ignorancia le hicieron vivir lo mismo, impulsado por los fanáticos religiosos, los curas y las monjas católicas. Este odio estuvo a punto de hacerlo renunciar y salir corriendo. Era común que después de un culto religioso, de los cuales había poca gente acostumbrada a ver; se escandalizaran por los cánticos, gritos y desmayos de sus feligreses. Por eso muchas veces al anochecer o al amanecer, los enemigos de los evangélicos, les votaban piedra, les ponían música a todo volumen, se burlaban y hasta plomo al aire había, porque al parecer eran «satanicos» .
Pero el pastor Rigoberto, el panadero de San Luis de Gaceno no se entregó, le puso ganas y amor y empezó a conquistar corazones. Golpeó las puertas de sus vecinos y les habló. Sus vecinos eran el comandante de la revolución llanera de los años cincuenta don Quintiliano Barreto. El otro vecino era nada más y nada menos que don Héctor Buitrago y sus hijos German y Nelson quienes para la época eran unos adolescentes, luego liderarian a finales de los noventas, el grupo de Autodefensas del Casanare. Los otros vecinos eran don Rolfe Ramírez, otro comandante revolucionario quien se quejaba de la «bulla» constantemente porque no lo dejaban dormir y les echaba plomo al aire, el otro que respondía con plomo por la ventana para que se «callaran» los evangélicos era mi papá, Benjamín Barreto, con el aliciente de que mi padresito nunca pudo ver ni en pintura ni a los godos, ni a los evangélicos.
El pobre pastor Rigoberto no la tenía fácil, porque su iglesia la tenia alrededor del parque y allí vivian los gamonales y líderes de la época, había que ganarselos como fuera. También estaban don Marcolino Piñeros, José Bolívar García, Julio Rojas, Marcos Rodríguez y doña Helena Perilla, el Das, la alcaldía, la Caja Agraria y la iglesia católica San Nicolás de Tolentino, todos vecinos, nada fácil.
Pero el pastor con su biblia debajo del brazo y con la avanzada de sus pequeños hijos Jairo, Sandra, Isaac y jhonatan, lograrían conquistarnos a toda la vecindad. Era que los chinos Díaz con los Piedrahita James Y wilson se las pasaban jugando en el parque con todos nosotros, la Maricela ni siquiera había nacido. Esos juegos del soldado libertao, cinco huecos, los muñecos, a los policias y ladrones y las pescas al caño la Roca, el hoy mal llamado caño picho ablandaron corazones y les habríriamos un espacio, no a la religión evangélica, pero sí a la aceptación y ala amistad.
Rigoberto Díaz cogio confianza y le abrió la puerta totalmente no sólo a su grupo religioso, si no que también, por esta misma linea entrarían otras iglesias evangélicas. Hoy en día hay más de treinta iglesias en todas sus manifestaciones, lo que hace de Monterey un pueblo liberal y pluralista en pensamiento religioso.
Ya para finales de los ochenta y mediados de los noventas Rigoberto Díaz se lanzaría como concejal en el gobierno de Marina Rivera y otro que no me acuerdo. Su misión pastoril terminaría a finales de los noventas en la Panamericana, luego fundaria otra iglesia que funcionaba en lo que hoy es la clínica del doctor Reguillo. Rigoberto también sería fundador de unas de las primeras asociaciones de palma en Monterey Casanare.
De este gran hombre personalmente recuerdo que de niño, el nos llevaba a mirar a los amiguitos de sus hijos unos marranos gigantes que el llamaba bavarios, fué uno de los pioneros en el mejoramiento genético de los porcinos en nuestra tierra. Como olvidar la moto en que cumplía su misión pastoril por barrios y veredas de Monterey, es una moto porque todavía existe Kawasaki cabra con bajo 100 Cc, color naranja modelo 1977. sus hijos aun la conservan en la casa, incluso uno de sus nietos la prendió algún día. En mi mente siempre quedará el respeto de este hombre hacia los demás y su fé incansable por conseguir las cosas, y sobre todo no olvidaré lo que siempre me respondía cuando me lo encontraba y le preguntaba.
¿ Pastor buenas, como están los chinos, que hacen?. «Juum los chinos ninguno quizo seguir mi ejemplo de líder espiritual, se descarriaron. Pero son buenos los muchachos, están pendientes de mí».
Por: Nelsón Benjamín BarretoVaca. CSP. UMD. Exalcalde de Monterey Casanare 2008-2011.
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