Alberto López Mesa hace dos años consumía bazuco y ahora está incluida en lista al Congreso.
Por: Revista Semana
El 29 de mayo de 2016 fue el último día de Alberto López de Mesa como habitante del Bronx. El 20 de julio de 2018, podría ser el primero de una vida completamente diferente, con asiento de congresista en el Capitolio Nacional. ¿Por qué no? Después de 15 años de vida en las calles, una de las cosas que le preocupa ahora como aspirante a la Cámara de Representantes es que allá, en edificio donde que para muchos es un mundillo de la carroña, «pueda infectarse».
El lunes pasado, Gustavo Petro y Clara López presentaron a los candidatos que podrían integrar su lista conjunta para el Congreso y allí apareció López de Mesa. El exalcalde lo llamó para hacerle el ofrecimiento sobre el que todavía no toma una decisión definitiva. «Yo no soy político, yo soy artista», le explicó, pero ante la insistencia de Petro, terminó metido en los elegibles.
En los años 80, Alberto López de Mesa se graduó como arquitecto de la Universidad Nacional. Se casó, tuvo dos hijos. Se abrió paso como publicista de comerciales muy recordados, como aquella campaña de ‘Sin Condón Ni Pío‘. Dirigió obras de teatro, y entre las movidas de la época, probó el bazuco. La espiral de ese vicio lo llevó a vivir en la calle desde el comienzo de la década del 2.000. Allí, sin embargo, nunca dejó de leer, de pasar por la biblioteca, ni abandonó sus intereses artísticos.
Fueron años de contrastes, de vivir los extremos, de ver actos de solidaridad inspiradora entre quienes poco poseen, pero también contemplar al ser humano en su vileza plena, como cuando le tocó presenciar un asesinato. El 29 de mayo de 2016, la Policía, la Fiscalía y el Distrito se tomaron el Bronx, la olla más grande de Bogotá. López de Mesa estaba allí. El operativo lo impresionó, le pareció como sacado de una película de acción. Con la clausura de la olla, se desató una crisis social, pues 2.000 habitantes de calle quedaron a la deriva por toda la ciudad.
En medio del caos se abrió un camino para él. Sin porponérselo, su discurso fue calando en medio del debate como la representación de los habitantes de calle. En la discusión hacía falta conocer las perspectivas de quienes estaban en el centro del problema, y él, con su lucidez, y con todo lo vivido, se convirtió en la voz aconsultar. Podía leer el problema desde adentro y entender aristas que no se solían contemplar en el debate, como que ser un habitante de calle también puede constituir una elección de vida.
Lo entrevistaron en los medios, en sus primeros días de sobriedad, cuando luchaba con los momentos duros de la abstinencia. Lo citaron al Concejo de Bogotá para que hablara en un debate sobre las consecuencias de la intervención del Bronx. Y en noviembre pasado, cuando se cumplían seis meses del operativo, habló en el Capitolio por primera vez, en una audiencia pública a la que lo invitó la representante liberal Olga Lucía Velásquez, a quien le guarda enorme gratitud, aunque ahora la propuesta de llegar al Congreso venga de un sector político distinto.
López de Mesa terminó aplaudido. No por dar un discurso brillante, sino porque la mayoría de los congresistas no estudian a fondo los temas que debaten y cualquier exposición medianamente articulada los sorprende, dice él. Y mientras pasaba de ser un anónimo en la calle a una fuente de autoridad en los debates de la ciudad, se volvió a meter en las viejas ocupaciones: la escritura, el teatro. Toda esa actividad, dice él, fortaleció su voluntad para mantenerse lejos de las drogas.
En esas le llegó el llamado de la gente que le colabora a Petro con la campaña, para que elaborara un títere publicitario del candidato. En uno de esos encuentros, luego de cruzar algunas ideas, el exalcalde le propuso que integrara su «lista de los decentes». A López de Mesa apenas le pareció una propuesta lanzada al aire.
Pero el pasado fin de semana vino la llamada y así fue como, sin mucha planeación, en la lista de posibles candidatos que incluye a figuras como el escritor Gustavo Bolívar y María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro, el excomandante asesinado del M-19. «Los avatares de la calle me fortalecieron el alma, de alguna manera me pusieron por encima del bien y del mal». Por eso, dice, habla sin hipocresía y sin rodeos y cree que ese discurso le gusta a la gente, y por eso le propusieron integrar la lista, como candidato a la Cámara por Bogotá.
Cree que si los congresistas tradicionales lo ven en el Capitolio, entre ellos, se persignarían. «Mi fantasía sería ser tan anárquico como soy en la vida. Usar el escándalo para mover esas conciencias anquilosadas».
Sin embargo, López de Mesa no termina de convencerse de su candidatura. «Lo mío es la creación y eso se contradice con el ejercicio de la política, con ese mundillo de la rapiña». Aunque vivió lo más duro de la calle, Alberto López de Mesa se siente como un ingenuo para enfrentar las movidas de la política en el Congreso.