Su hija mayor murió de cáncer y los dejó huérfanos. Ella ve por sus muchachitos.
Doña Orfilia Saldarriaga despertó de un amargo sueño y ahora vive con sus seis nietos y su bisnieta en su nueva casa, a la que bautizó «la mansión de mis luceros».
Los días de sufrimiento por los que tuvo que pasar porque nadie le arrendaba para que viviera en una pieza con tantos niños, quedaron atrás.
Su drama comenzó hace un par de años cuando su hija mayor murió de cáncer y dejó cinco huérfanos. «Ese día mi vida se derrumbó. Tuve que salirme de trabajar para ver de estas criaturas porque estaban puras chiquiticas. Y para completar tuvimos que pasar muchas necesidades, pues hubo días en que no tuve que darles de comer», recuerda con nostalgia doña Orfilia.
Ella llegó a Tauramena (Casanare) proveniente del Valle del Cauca, con su hija y sus nietos. Querían construir su nueva vida en esta región, pero el destino les jugó mal, porque a su hija el cáncer se la llevó sin darle tiempo siquiera de ver crecer a su hijos y mucho menos ver construido el sueño de la casa.
Con el paso de los días la comunidad del municipio, en solidaridad, hizo actividades y le compró el lote donde armó «su ranchito», el cual fue una bendición para ella, porque muchas veces tuvo que comerse sus lágrimas para que sus nietos no se entereran de que nadie les arrendaba por una razón: «no tiene trabajo y son muchos niños». Y todos los días las lágrimas se le enredaban en la garganta.
Y continúa el relato: «Conocí a la mamá de la doctora Narda Perilla, que fue un ángel para mí, pues Dios pone sus ángeles. Y ella se interesó en mi situación y ahí están los resultados: nuestra casa, nuestra mansión para mí y mis luceros».
Hace pocos días Vivienda Departamental le entregó su casa, la cual construyó en el lote que la comunidad le regaló y para la cual el Departamento invirtió 31 millones 500 mil pesos. Y mientras agradece a Narda Perilla y lanza un suspiro a sus ángeles, doña Orfilia dice: «Ahora vamos a vivir nuestro sueño en la mansión con mis luceros»