Un hombre irrumpió armado en una bolera y un restaurante de Lewiston, Maine, mató a 18 personas y se dio a la fuga. La policía tiene un sospechoso y ha montado una gran cacería humana para capturarlo. La Casa Blanca urge al Congreso a actuar en la aprobación de una ley sobre las armas de asalto.
La gobernadora de Maine, Janet Mills, informó este jueves que 18 personas murieron y 13 sufrieron heridas en dos tiroteos ocurridos el miércoles en Lewiston y dijo que el responsable, que aún continúa prófugo, está armado y es peligroso, y nadie debe acercarse a él.
El sospechoso, identificado por las autoridades como Robert Card, abrió fuego en una bolera y un bar llenos de clientes alrededor de las 7:00 de la noche y después se dio a la fuga. Los reportes iniciales calcularon de entre 16 y 22 muertos y decenas de heridos.
La policía señaló a Card, quien supuestamente había sido internado en un centro de salud mental durante el verano, como “una persona de interés” e hizo circular fotografías de un hombre barbudo con una sudadera con capucha marrón y jeans en una de las escenas del crimen, armado con lo que parecía ser un fusil semiautomático.
Card fue descrito como un instructor de armas de fuego que se cree que estaba en la Reserva del Ejército y asignado a una instalación de entrenamiento en Saco, Maine.
El documento, distribuido entre la policía decía que Card había estado internado en un centro de salud mental durante dos semanas en el verano de 2023. No proporcionó detalles sobre su tratamiento o condición, pero dijo que Card había informado «escuchar voces y amenazas de tirotear» la base militar.
Inmediatamente después de los tiroteos se desató una gran movilización policial de cientos de agentes mientras los residentes asustados permanecían encerrados en sus casas.
La policía estatal de Maine encontró una camioneta blanca que, según creen, Card condujo hasta la ciudad de Lisboa, a unos 11 kilómetros al sureste, e instó a la población a permanecer en sus casas tanto en Lewiston como en Lisboa.
Biden envía mensaje
El presidente Joe Biden habló con funcionarios estatales para ofrecer el apoyo del gobierno federal y ordenó que las banderas ondeen a media asta hasta el lunes para honrar a las víctimas, dijo su oficina.
En un comunicado emitido este jueves, el presidente deploró “otro tiroteo masivo trágico y sin sentido” y dijo que oraba junto a su esposa Jill por los que aún se encuentran en cuidados críticos y por las familias, los sobrevivientes y los miembros de la comunidad que sufren conmoción y dolor.
Biden dijo que “numerosos agentes federales se encuentran en el lugar y trabajan activamente con socios estatales y locales” y que ordenó a su administración que proporcione todo lo necesario para apoyar al pueblo de Maine.
También aprovechó a los legisladores para que aprueben leyes que regulen las armas de fuego en EEUU. “Insto a los legisladores republicanos en el Congreso a cumplir con su deber de proteger al pueblo estadounidense”.
Biden propuso prohibir “las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad, promulgar verificaciones de antecedentes universales, exigir el almacenamiento seguro de las armas y poner fin a la inmunidad de responsabilidad de los fabricantes de armas.”
“Eso es lo mínimo que le debemos a cada estadounidense que ahora llevará las cicatrices –físicas y mentales– de este último ataque”, concluyó.
Llamado urgente al Congreso
Más tarde el jueves, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre dijo a los reporteros que la Administración Biden seguirá insistiendo ante el Congreso para que saque adelante una ley que pueda atajar este flagelo.
“Está dentro del poder del Congreso el aprobar legislación que haga que nuestras calles sean más seguras, que haga que nuestra comunidad sea más segura y que haga que nuestras escuelas sean más seguras”, dijo la portavoz.
Jean-Pierre recordó que el republicano Mike Johnson, recién elegido presidente de la Cámara de Representantes, dijo estar “listo” para ponerse a trabajar y “encontrar” puntos en común. “Ahora es el momento de encontrar puntos en común”, concluyó Jean-Pierre.
En tanto la vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, al frente de Oficina de Prevención de la Violencia Armada de la Casa Blanca también emitió un comunicado de condolencia con las víctimas y sus familiares, al tiempo que dejó en claro la postura de la administración.
“Es una opción falsa sugerir que debemos elegir entre defender la Segunda Enmienda o aprobar leyes razonables de seguridad de armas para salvar vidas”, dijo.
Harris destacó que a la fecha, la violencia armada “es la principal causa de muerte de niños” en Estados Unidos. “Y no tiene que ser así”, recalcó.
Primeras horas
Este jueves temprano, la policía también dijo a los residentes de la ciudad de Bowdoin, a unos 17 kilómetros al este de Lewiston, que se refugiaran en el lugar. Card vive en Bowdoin, según los registros públicos.
Había un silencio inquietante en Lewiston y Lisboa el jueves por la mañana, casi sin automóviles en las carreteras y solo unas pocas personas afuera. Muchos negocios del centro parecían estar cerrados.
La policía dijo que el tiroteo comenzó poco antes de las 7:00 pm en la bolera Just-In-Time Recreation. Poco tiempo después, recibieron informes de un tiroteo en el restaurante Schemengees Bar & Grille, a unos 5 kilómetros de distancia.
Un jugador de bolos, que se identificó únicamente como Brandon, dijo que escuchó unos 10 disparos y pensó que el primero era la explosión de un globo. Después vio a un hombre con un arma y corrió a ocultarse en el área de los bolos encima de la maquinaria.
Él y un grupo de sobrevivientes fueron conducidos a una escuela secundaria en la ciudad vecina de Auburn para reunirse con familiares y amigos.
Melinda Small, propietaria del restaurante Legends Sports Bar and Grill, dijo que su personal inmediatamente cerró sus puertas y alejó a los 25 clientes y empleados de las puertas después de que un cliente informó haber oído sobre el tiroteo en la bolera cerca de allí.
Pronto, la policía inundó la calle y un agente finalmente escoltó a todos fuera del edificio.
Lewiston es un antiguo centro textil a unos 56 kilómetros al norte de la ciudad más grande de Maine, Portland, y alberga a unas 38.000 personas.
Maine no requiere un permiso para comprar o portar un arma, y no tiene las llamadas leyes de «bandera roja» que se ven en otros estados y que permiten a las fuerzas del orden desarmar temporalmente a personas consideradas peligrosas.
El total de muertes estimado en los tiroteos estaría a la par con el número anual de homicidios que normalmente ocurren en Maine, que tiene la cuarta tasa de homicidios más baja de Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
El número de homicidios anuales en el estado ha fluctuado entre 16 y 29 desde 2012, según la Policía Estatal de Maine.
[Con información AP y Reuters]
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