
Por Las Chivas del Llano y Boyacá
En Cali, la ciudad donde el ritmo parece nacer en cada esquina, un grupo de muchachos del Llano llegó sin alarde pero con la firmeza del que se ha preparado con el corazón. Son de Casanare, vienen de Yopal, Aguazul y Monterrey, y llevan en los pies el joropo, la danza moderna, el ballet y los sueños de muchas generaciones que han creído en el arte como herramienta de transformación.
Se llaman Damzare y no son nuevos en esto de representar con altura. Esta vez, llegaron a la competencia nacional All Dance con 20 bailarines y un equipo de padres y formadores que sumaban 45 corazones latiendo al compás de la música. En nueve categorías se presentaron… y en las nueve ganaron lugar en el podio. ¡Un logro impresionante!
Dos primeros puestos, seis segundos lugares y un tercer lugar que sabe a gloria. Pero quizás el más emotivo fue el joropo infantil, ese que desbordó energía, gracia y cadencia llanera. Zapatearon con alma, sonrieron con alma, y dejaron claro que el folclor no solo se preserva, se renueva en escena.
Un viaje sin apoyos… pero con coraje
Nada fue fácil. No hubo apoyo de alcaldías, ni gobernaciones, ni contratos oficiales. Hubo trabajo a pulso. Ensayos desde enero, jornadas dobles, rifas, ventas, reuniones, instructores nacionales pagados con esfuerzo propio. Todo nació del compromiso de la directora Malú Sánchez, los padres y los mismos niños.
Y allá, en Cali, entre escenarios exigentes, compañías con todos los recursos y academias con patrocinios, Damzare brilló con humildad, con talento y con ese fuego interno que no se compra: la pasión por bailar.
“No vinimos solo a competir. Vinimos a aprender, a compartir, a crecer. Y nos llevamos todo eso… además de las medallas”, cuenta Malú, con voz entrecortada y los ojos brillando.
Más que un podio: un pasaje a Brasil
El triunfo no se queda en Colombia. Damzare ganó el derecho de representar a Colombia en el All Dance internacional en Brasil, el próximo año. La delegación ya sueña con cruzar fronteras, llevar su joropo, su contemporáneo, su danza urbana a otro continente.
Pero lo que más lucen no son las camisetas ni los trofeos. Es la certeza de que el arte, cuando nace del alma y se cultiva con disciplina, tiene la fuerza de transformar caminos. Lo bailado, como dicen en el Llano, no se lo quita nadie.