
Con la ayuda de dos niñas, el Papa Francisco siembra el Árbol de la Vida en Villavicencio, como parte de su mensaje de reconciliarse con la naturaleza, no explotarla y protegerla.
Por: Las Chivas del Llano
Era un mediodía cálido en la capital. El cielo se abrió como bendiciendo la espera, y el Papa Francisco bajó del avión de Alitalia con una sonrisa franca, el rostro sereno y la sotana blanca que ondeaba como bandera de esperanza.
El pueblo colombiano lo esperaba con fe, flores y lágrimas contenidas. El 6 de septiembre de 2017 marcó el inicio de una visita apostólica que no fue solo pastoral, sino profundamente simbólica: era el primer Papa en llegar a Colombia en más de 30 años y el primero en venir después de la firma del Acuerdo de Paz.

🇨🇴 Un país dividido lo recibió con un mismo clamor: reconciliación
Juan Manuel Santos, entonces presidente de Colombia y recién laureado con el Nobel de Paz, lo recibió en la pista con su esposa María Clemencia Rodríguez. Le entregaron una paloma blanca tallada por artesanos de Nariño, como símbolo de lo que el país anhelaba con el alma: dejar atrás la guerra.
Francisco llegó diciendo: «Doy gracias a Dios por permitirme venir a esta tierra rica en historia, en cultura, en fe, en hombres y mujeres que han luchado con tesón para vivir en paz y esperanza.»
🛤️ Su paso por Colombia: de las calles a los corazones

El recorrido fue de cuatro días intensos, del 6 al 10 de septiembre. Visitó Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, llevando consigo un mensaje claro: «No tengan miedo de pedir y de dar el perdón.»
- En Bogotá, saludó a miles de jóvenes en la Plaza de Bolívar.
- En Villavicencio, presidió la ceremonia de beatificación de dos mártires y encabezó el Encuentro de Reconciliación con víctimas y excombatientes, dejando una de sus frases más recordadas:
«No basta con decir ‘no más violencia’; es necesario también construir la paz.» - En Medellín, se reunió con religiosos y niños de hogares de acogida.
- En Cartagena, ciudad símbolo de lucha por los derechos humanos, consagró la basílica de San Pedro Claver, defensor de los esclavos africanos, y allí mismo sufrió un golpe en el rostro al subir al papamóvil, que no le impidió continuar la jornada con humildad y sonrisa intacta.

🎁 Regalos del alma
Recibió sombreros vueltiaos, ruanas, artesanías, cuadros, una hamaca tejida por indígenas y hasta un rosario hecho con bala reciclada. Pero quizá el mayor regalo fue ver en las calles a millones de personas unidas bajo una misma oración: «Francisco, Colombia te quiere.»
🙏 Su huella queda en la historia
La visita dejó un aire distinto. Francisco no vino solo a hablar de fe, sino a recordarnos que el perdón no es debilidad, sino acto de valentía. Fue un pastor de mirada tierna que nos llamó a bajarnos del caballo del odio y caminar como hermanos, aunque hayamos estado en bandos contrarios.
Se fue el 10 de septiembre, despidiéndose con la voz entrecortada:
«Llevaré en mi corazón cada uno de sus rostros, sus sonrisas, sus esperanzas. No se dejen robar la alegría.»
Desde entonces, en muchos rincones de Colombia, su rostro sigue colgado en una pared, junto a una estampita, un rosario, o una carta escrita a mano.
Porque por unos días, el Papa no fue del Vaticano: fue de nosotros.
Y su mensaje sigue resonando como una campana suave al amanecer: “Demos el primer paso.”