
Deslizamiento Sabaneta
Era la madrugada del 8 de mayo y en la vereda La Doctora, sector San Isidro, en Sabaneta (Antioquia), el aguacero no dio tregua. Llovió como si el cielo también estuviera roto. Y entonces, la tierra cedió.
Un alud se vino abajo con toda su furia. La quebrada La Doctora, crecida y desbordada, fue el preludio del desastre. «Todo tembló, todo se oscureció… y luego fue puro silencio», recuerda Juan Pablo, un joven que corrió en medio del barro para buscar ayuda.
La tragedia dejó cinco personas fallecidas, tres lesionadas y dos desaparecidas. Una familia entera fue sepultada por el deslizamiento:
- Deivis Roqueme Mendoza, de 39 años.
- Su hija, Natalia Lucía Roqueme Luna, de 12.
- Liz Patricia Luna Hernández, de 31 años, madre de la niña.
- William de Jesús Cardona Montoya, de 60 años.
- Su esposa, María Elena Montoya, de 78.
Los desaparecidos son Bertha Inés, de 77 años, y Luis de Jesús Román, de 58. «Todavía los estamos buscando. Mientras haya barro, hay esperanza», dijo un rescatista mientras levantaba paladas con cuidado.
Las autoridades municipales reaccionaron de inmediato. Se declaró la calamidad pública, se activó el Consejo Municipal de Gestión del Riesgo y se evacuaron 23 viviendas. Más de 70 personas fueron trasladadas a albergues temporales. Desde la Central de Monitoreo, el alcalde Alder Cruz señaló:
“Tenemos varios puntos críticos, pero el más grave es este, aquí donde nos encontramos, en San Isidro. Evacuamos de forma preventiva y estamos activando toda la oferta institucional para ayudar a la gente.”
El gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, también llegó al lugar:
“Estamos aquí acompañando a las familias de las víctimas y a la Alcaldía, brindando asistencia psicosocial, ayuda humanitaria, maquinaria y todo lo necesario para mitigar esta difícil situación.”
En el terreno trabajan bomberos, Defensa Civil, Cruz Roja con caninos, geólogos, ingenieros, PONALSAR y maquinaria amarilla. Además, se monitorean permanentemente las laderas y estructuras vulnerables, incluso se brinda atención a animales afectados.
La tragedia dejó en vilo a una comunidad entera. El monte que antes daba sombra y agua, hoy dejó luto. Pero también dejó una enseñanza: prevenir, reportar, proteger.
“Uno no quiere estar en un albergue, uno quiere estar en su casa… pero ya no hay casa”, dijo don Ernesto, sentado sobre un costal en el salón comunal.
Sabaneta llora, pero no se rinde. Y en medio del lodo, aún brota la esperanza.