
En medio de las sabanas de Aguazul, donde el viento cuenta historias de vaquería y tradición, el gobernador César Ortiz Zorro impulsa una apuesta decidida por el futuro del campo: recuperar y preservar el ganado Criollo Casanare, una joya genética que corre por las venas del Llano.
La estrategia se ejecuta a través de la Secretaría de Desarrollo Económico, Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, en la Granja El Bubuy, ubicada en la vereda San José del Bubuy. Este predio de 227 hectáreas, con más del 90 % de cobertura de sabana nativa, alberga 302 semovientes de la raza criolla, según el inventario al 31 de diciembre de 2024.
Genética con identidad llanera
El Criollo Casanare no solo resiste el trópico como ningún otro, también representa el temple del campesino casanareño. Para proteger su legado, se aplican técnicas avanzadas como la sincronización de celos, que permiten apareamientos planificados, evitan la consanguinidad y fortalecen la diversidad genética.
Nelson Polanco, médico veterinario y director de la Granja, explicó que se trabaja con un protocolo hormonal para sincronizar el estro, rotando genéticamente a través del sistema de apareamiento circular cíclico. “El objetivo es consolidar un banco reproductivo que garantice no solo la sostenibilidad del hato, sino su expansión a otras fincas del departamento”, afirmó.
Una visión de territorio y futuro
Más allá de la conservación, esta iniciativa marca una ruta técnica y sostenible para salvaguardar especies nativas, con visión territorial y responsabilidad ambiental. El Criollo Casanare deja de ser solo pasado para convertirse en presente con proyección: un símbolo vivo que se fortalece con ciencia y voluntad política.