
El cielo gris aún dejaba ver rastros de las lluvias recientes cuando la caravana humanitaria de la Gobernación de Casanare avanzó por las trochas de Orocué este 3 de septiembre. Camionetas cargadas de ayudas y corazones dispuestos a tender la mano llegaron hasta las veredas Mariara, Algarrobo, Carrizales, Claveles y La Venturosa, donde 212 familias campesinas esperaban con fe y paciencia.
El recorrido, liderado por la Dirección Departamental de Gestión del Riesgo de Desastres, no fue solo un viaje de entrega, sino de escucha y de encuentro. Bajo la coordinación de Guillermo Velandia, y con el respaldo del gobernador César Ortiz Zorro, el diputado Eduardo Antolínez, la Alcaldía de Orocué, la Defensa Civil, la Cruz Roja y la concejal Sandy Pérez, cada kit alimentario y de aseo se convirtió en un símbolo de alivio.
Entre las manos que recibieron la ayuda estaba la de Inelda Maldonado, una mujer de 91 años, madre de 14 hijos, que con sonrisa pícara y voz firme dejó una lección a todos:
“El secreto para vivir largo es madrugar a trabajar y estirar los huesos todos los días”. Sus palabras, sencillas pero sabias, se quedaron grabadas como testimonio de la fortaleza campesina.
La caravana no solo llevó comida y elementos básicos. También recorrió los caminos anegados, inspeccionó puentes y escuchó las preocupaciones de la gente. Porque más allá de las ayudas, lo que pedían los habitantes era conectividad y seguridad, para que cada temporada de lluvias no se convierta en una amenaza.
Ese día, Orocué no solo recibió mercados: recibió la certeza de que en medio de la adversidad, hay manos que llegan, aunque el camino sea de barro y agua, para recordar que la solidaridad también salva vidas.