4 de mayo de 2024 - 2:35 AM
Home Chivas del Dia Boyacá tiene su Fiesta de la Vid y el Vino y se celebra en Puntalarga
Chivas del DiaDestacadasEntretenimientoNoticias de BoyacaNoticias de Colombia

Boyacá tiene su Fiesta de la Vid y el Vino y se celebra en Puntalarga

El científico y vitivinicultor Marco Antonio Quijano Rico, quien hizo realidad su sueño de cultivar uvas y producir vino a más de 2.500 metros de altura sobre el nivel del mar, nos cuenta cómo va a ser la XXXII Fiesta de Bienvenida a la Vid en el Valle del Sol, que empieza este sábado 11 de diciembre y se prolongará hasta el puente festivo de Reyes, en enero. En esta versión, además del vino, se le rendirá un homenaje al café y a la luna.

¿Cuándo empieza la XXXII Vid & Vino 21/22: Fiesta de Bienvenida a la Vid en el Valle del Sol?

Este sábado 11 de diciembre es el comienzo de los eventos, en el que se reunirán las candidatas que participarán en el Reinado de la Vid y el Vino 2021-2022. Cada sábado, hasta el 10 de enero del 2022, habrá diferentes actividades en el Viñedo y Cava Loma de Puntalarga (en Nobsa). Tendremos imágenes e historias de las Fiestas del Vino, de las seis naciones, (Alemania, Austria, Colombia, Francia, Italia y Suiza, y otras), ambientes de clásicos cafés y de la Luna como morada de hadas y objeto científico.

¿Cuántas candidatas al Reinado de la Vid y el Vino se tendrán en esta ocasión?

Son aproximadamente 12 candidatas, entre las cuales tenemos una invitada de honor que es una niña del gremio cafetero.

¿Por qué ese homenaje al café en esta edición de la Fiesta de Bienvenida a la Vid en el Valle del Sol? 

La cordillera Oriental de los Andes tiene dos grandes vertientes: la oriental y la occidental. De ese lomo de la cordillera, que es la línea divisoria de aguas, el agua escurre para el lado oriental o para el lado occidental. En la zona occidental, entre los 2.000 y los 2.700 metros de altitud, generalmente las condiciones son óptimas para el cultivo de la vid, y del lado oriental, para el cultivo del café. Entonces tiene esta zona la suerte de contar con regiones óptimas para esas dos agriculturas, de dos productos que no son nutricionales, pero que son de un consumo muy importante como el café y el vino. Por eso llegamos a la conclusión de que era importante comenzar a tener más nexos con la exitosa actividad cafetera en Boyacá.

¿Qué más eventos tienen previstos?

Va a ser un reinado simplificado, porque después del desastre que ha causado entre mucha gente la pandemia no hay ánimos para celebrar con juerga. Hemos querido que sea un poco más dedicada a enfocar las inquietudes de las juventudes frente a qué hacer en este Boyacá que viene, cómo combinar potencialidades.

¿Cómo se van a manejar los protocolos de bioseguridad?

Estamos ceñidos a la normatividad establecida por el Ministerio de Salud y Protección Social, es decir que vamos a ser muy exigentes con el distanciamiento y demás protocolos de bioseguridad. Además, los eventos de grupo solamente se realizarán al aire libre.

¿Cómo le fue este año a la vitivinicultura en Boyacá?

Las condiciones del COVID-19 no fueron fáciles, pero sobrevivimos.

¿Sigue el entusiasmo con el cultivo de la uva?

Sí, hay bastante entusiasmo y hay unos cuantos nuevos viticultores produciendo uvas de muy buena calidad.

¿Qué tal estuvo el tiempo atmosférico para el cultivo de las vides?    

El tiempo desde el punto de vista agrícola hasta ahora ha sido muy bueno, porque no ha sido demasiado lluvioso ni demasiado seco.

¿Por qué su gusto por la vitivinicultura? 

Desde cuando conocí de dónde procedía el vino. Esa primera experiencia con el fruto de la vid la tuve a los 11 años, cuando mi padre me dio a probar uno de los vinos franceses de más renombre: el Château d’Yquem, hacia 1943. Fue en Firavitoba, en una fiesta de compadres. Mi padre destapó la botella frente a una mata de uva que había en la casa de una comadre, me dio un poquitín de vino y me dijo: “prueba de esto tan bueno que sale de esa mata”.

Desde ahí me quedó la inquietud de producir esa bebida, sueño que hice realidad en 1987 cuando elaboré mi primer vino en Puntalarga, en donde compré una loma y empecé a sembrar uvas en 1984, de cepas traídas de Alemania.

¿Cuándo decidió que iba a sembrar uvas y a producir vinos a una altura como la de la loma de Puntalarga?

Hacia 1978 decidí no postergar más mi sueño de tener un viñedo y producir mi propio vino. Lo veía como un aporte novedoso, complementario a la fruticultura de mi padre, para integrar al campesino al estilo de él también con sus frutales. Así nació el proyecto vitivinícola de Puntalarga.

¿Cómo explicar que un científico que hizo estudios de muestras del suelo lunar, que trajeron los astronautas del Apolo 11 en 1969, decidiera volver a su tierra a cultivar vides y a hacer vino?

Yo me crie en la hacienda San Marcos en Sogamoso, en medio de cultivos de peras, ciruelas y duraznos. Esas frutas fueron mi inspiración para enamorarme de la química. Mi padre, Marco A. Quijano Niño, descubrió mis aptitudes y me instaló un laboratorio de química en la casa, en el que de joven realicé mis primeros experimentos científicos. Cuando me gradué de bachiller del Colegio de Sugamuxi mi deseo era irme a estudiar a Francia, ya que andaba de novio de la hija de un ingeniero francés que vino a trabajar en el montaje de Acerías Paz del Río.

Presenté y pasé los exámenes de admisión para estudiar química en la École Centrale Paris (Escuela Central París). Cuando llegué con la buena nueva a la casa, mi padre se transformó y demasiado severo exclamó: “nada que hacer, París es un centro de corrupción”. Mi padre me dijo que como no había logrado aprender el idioma de la química, que es el alemán, me consiguió una universidad donde se enseña la química como en Alemania, pero en francés.

“Se me va pasado mañana para Lausana, en Suiza”, me manifestó. El Viernes Santo de 1954 mi mamá y mis hermanas me llevaron por la polvorienta Central del Norte a tomar mi vuelo de Air France, en el aeropuerto de Techo. Él no quiso venir, se quedó muy triste.

¿Se graduó entonces en Suiza?

En Lausana me gradué como químico nuclear y por solicitud de mi padre regresé a Colombia. En Bogotá ingresé a trabajar en el Instituto de Asuntos Nucleares.

¿Cómo terminó trabajando en Alemania?

Cuando estaba radicado en Bogotá, aproveché una conferencia sobre usos pacíficos de la energía atómica y volví a Suiza, a Ginebra, a finales de 1963. Allí me resultó la posibilidad de una beca de la Sociedad Max Planck para el Fomento de la Ciencia, en su Instituto para la Química, en Mainz (Maguncia​, Alemania). A comienzos de 1964 me solicitaron presentarme a la entrevista de admisión. Me pareció absolutamente apasionante lo que se hacía allí en química cósmica y la grandeza del científico colmaba todas mis expectativas de formación.

Me enamoré de Mainz, al borde del Rin, porque es una región vitivinícola.

Allí inventé un método de análisis químico para elementos como el boro y el litio. Fui nombrado asistente científico y, por llegar el proyecto Apolo, mi director fue nombrado investigador principal y yo investigador para el estudio de las muestras lunares, que debían traer los astronautas. Estudié las muestras de suelo lunar.

¿Por qué retornó a Colombia?

En diciembre de 1969 (hace 52 años) me vine de Mainz a Sogamoso para asistir luego, con el grupo de Alemania, a la primera conferencia sobre ciencia lunar en Houston. En esa visita a Colombia mi padre me pidió insistentemente que volviera a mi tierra. Me dijo que contactara a don Arturo Gómez Jaramillo en la Federación Nacional de Cafeteros, insinuación que llevé a cabo. Don Arturo me solicitó un concepto sobre cómo modernizar la investigación en la Federación. Le pareció exorbitante la suma que le nombré; me regresé a Alemania y, con gran sorpresa, en octubre de 1970 se apareció el ingeniero Pablo Toro Pinzón en el Instituto en Mainz, con el contrato de trabajo que finalmente firmé.

Como no tenía idea de café, fui a parar de nuevo a Suiza, al Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, a hacer un posdoctorado en un tema muy diferente. Así comenzó el nacimiento del laboratorio de la Federación Nacional de Cafeteros en Bogotá, el LIQC. Se convirtió en uno de los centros de investigación más destacados internacionalmente sobre café. Yo fui dos veces presidente y vicepresidente durante 20 años de la Asociación Científica Internacional del Café (ASIC), cuya sede estaba en París.

¿Qué tipos de cepas de uva sembró en Puntalarga?

Inicialmente trajimos 33 cepas escogidas y nos quedamos con las que mejor se comportaron: Riesling, Pinot noir y cruzamiento de Riesling por Silvaner.

¿Por qué la Fiesta de la Vid y el Vino?

A la iniciativa de la vitivinicultura le quise agregar la parte cultural y en 1989 llevamos a cabo la primera Fiesta de Bienvenida a la Vid en el Valle del Sol, para mostrar que en esta parte de Boyacá producimos vinos de calidad y, además, para rendirle homenaje en cada versión de las festividades a uno de los países productores de vino de Europa.

¿Qué es el Consorcio Vitivinícola Sol de Oro?

En 1995 empecé un proyecto de extensión vitícola, para enseñarles el cultivo de la uva a habitantes de diferentes municipios de las provincias de Sugamuxi, Tundama, Valderrama y Norte y así nació el Consorcio Vitivinícola Sol de Oro.

¿Qué habría pasado si no hubiera dejado su trabajo científico en Alemania para regresar a Colombia?

De no haber regresado al país, lo único cierto es que tendría un viñedo, no en la loma de Puntalarga, en Nobsa, sino en el valle del Rin, en Alemania. De eso no hay duda, pues mi gran pasión ha sido la vitivinicultura.

Fuente, Boyacá 7 Días

Leave a comment

Deja una respuesta