Ya para el viernes 20 de marzo la pandemia del COVID-19 llevaba a sus límites al sistema de salud español. Los hospitales de la Comunidad de Madrid que atendían enfermos del nuevo coronavirus estaban desbordados.
Temprano ese día, la Presidencia de la Comunidad encargaba al equipo de IFEMA (acrónimo de Institución Ferial de Madrid), una entidad que organiza ferias, salones y congresos, la delicada tarea de adecuar en el menor tiempo posible sus instalaciones para ejercer como un hospital “de emergencia”.
El solo término era evocador. La vida se había convertido en cuestión de semanas en un punzante conteo de contagios y muertes, y ahora, sin precedente alguno, era necesario construir trincheras que detuvieran el avance de la neumonía.
Hacia las dos de la tarde, un equipo multidisciplinario del recinto ferial se dio cita para trazar un plan y ejecutarlo contra reloj. “Es un día que no se nos olvidará nunca” señala Eduardo López-Puertas, gerente general de IFEMA.
Desde expertos médicos hasta especialistas en el diseño de hospitales participaron en las definiciones. Buscaban espacios en los que la proporción entre número de enfermos y personal sanitario fuera el más alto posible, es decir, que cada médico pudiera atender a muchas personas y que, adicionalmente, se generaran centros de enfermería capaces de monitorear desde ahí alrededor de 50 pacientes. Inicialmente se había previsto una ocupación de 5.500 camas, que luego se situó en 1.396.
Además, toda la adecuación debía estar circunscrita a las características de una enfermedad impredecible: cada cama tenía que contar con un sistema de oxígeno y ser abatible de manera que el enfermo pudiera dormir inclinado para que el tránsito respiratorio fuese el mejor posible.
Las instalaciones requerían enchufes para los equipamientos médicos, era necesario reemplazar el suelo por uno de linóleo que pudiese ser desinfectado regularmente, y dada la evolución de algunos enfermos, debían considerarse también Unidades de Cuidados Intensivos y una zona habilitada para radiología y TACS. Un listado, a priori, imposible.
Durante 18 horas se conjugaron diligencia y solidaridad, dando como resultado una gestión que, a pesar de las complicaciones propias del proceso, ha sido calificada por la Organización Mundial de la Salud como extraordinaria. Anadolu
Periodista, Director de www.laschivasdelllano.com y www.laschivasdecolombia.com
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