
Carlos Amaya en su visita relámapgo al Itbiy. (Foto Gobernación de Boyacá)
La visita relámpago del gobernador de Boyacá, Carlos Amaya, al Instituto de Tránsito de Boyacá (ITBOY) terminó en un nuevo choque político y sindical. El Sindicato Unitario Nacional de Trabajadores del Estado (SUNET) no se guardó nada y le lanzó un fuerte comunicado en el que lo acusa de exponer con “ligereza” y “sin contraste de información” a los funcionarios, afectando su dignidad y poniendo en entredicho su compromiso y honor.
La molestia sindical no es menor: Amaya denunció públicamente que no encontró a la totalidad del personal de planta cumpliendo sus funciones. Pero SUNET le recordó que fue su propia Gobernación la que, apenas cuatro días antes, expidió la Resolución 00002464 del 4 de agosto de 2025, autorizando el trabajo en casa para quienes residen fuera de Tunja, debido a los bloqueos viales que impedían el desplazamiento desde varios municipios.
El sindicato dejó claro que “la dignidad laboral no se negocia” y le pidió al mandatario que sus observaciones se hagan por los canales institucionales y no en redes sociales, pues estas prácticas “fomentan el protagonismo individual y erosionan la confianza ciudadana en el servicio público”.
Lo que encendió más la controversia fue el mensaje que Amaya publicó en sus redes sociales, con un tono que muchos comparan con el estilo confrontativo del presidente Gustavo Petro:
“Después de mi visita al Itboy, quiero recordarles a todas y todos que cumplir con nuestros horarios y responsabilidades es clave para servirle bien a nuestra gente. Los funcionarios de planta tienen la obligación legal de hacerlo, y quienes están por prestación de servicios deben cumplir con sus obligaciones contractuales. (…) Trabajemos duro y parejo, pero sobre todo con mucha entrega y compromiso por cada uno de los boyacenses, quienes lo merecen y esperan lo mejor de nosotros.”
El episodio agudiza la percepción de que Amaya está perdiendo confianza y adeptos, incluso entre quienes lo apoyaron en las urnas. Sus críticos advierten que cada movimiento suyo parece más pensado para el show político que para gobernar, y que esta “pifiada” podría costarle más caro de lo que imagina. Y agregan algunos: «Ojalá así fuera de rápido, puntual y efectivo cuando los trabajadores insisten en que los atiendan o visiten o los escuchen para resolución de problemas de su entorno»