
Alex Enrique Martínez Guevara
Desde el 2012, cuando apenas comenzaba a descubrir el mundo del deporte adaptado, Alex Enrique Martínez Guevara, nacido en Yopal, decidió que la falta de visión no sería una excusa, sino una motivación. Hoy, con 12 años de experiencia como atleta, celebra con orgullo su participación en la Selección Colombia de fútbol sonoro, en plena competencia en Osaka, Japón.
Martínez es un ejemplo silencioso de disciplina, constancia y amor por la camiseta. Su condición de discapacidad visual —que para muchos significaría una limitación— ha sido para él el motor de una vida entregada al deporte y a su familia. “Es un señor en toda la extensión de la palabra”, dicen quienes lo conocen. Es padre de dos niñas, de 8 y 2 años, y esposo dedicado.
Colombia que suena con fuerza en Asia
La Copa de Naciones Élite de Fútbol Sonoro reúne a los mejores del mundo. En su debut, Colombia empató 2-2 contra el país anfitrión, Japón. Luego venció a Tailandia 1-0 y cayó por la mínima diferencia frente a Argentina, en un torneo reñido que ha puesto a prueba no solo el talento, sino la conexión emocional y auditiva de los jugadores.
Para llegar hasta allí, Alex ha sido referente de la Selección Casanare, en un proceso respaldado por el Indercas, que ha proporcionado uniformes, balones y apoyo logístico en competencias nacionales, especialmente en los torneos interligas.
Detrás del éxito, un equipo que cree
“El deporte adaptado crece en Casanare gracias a la voluntad de sus deportistas, pero también al acompañamiento técnico y organizativo”, explicó Mauricio Niño, representante de la población con discapacidad ante la junta del Indercas.
También resaltó el papel del entrenador departamental, Freddy Alonso Urbano, como figura clave en el desarrollo de la disciplina en la región. “Tener un técnico fijo es una base fundamental para cualquier proceso serio”, agregó.
Alex no solo juega con los oídos y los pies. Juega con el alma, la misma que lo ha llevado del llano a Japón con la bandera de Colombia en el pecho. Una historia que merece ser escuchada, como el silbido del balón que guía a los que no ven… pero sienten más que nadie.