Los muertos por coronavirus en Casanare seguirán subiendo en los próximos días.
Por Wilson Durán Durán
Cómo me gustaría que las autoridades de salud le dijeran a la gente, sin miedo y sin anestesia, que si sigue siendo terca, va a parar a un hospital o va a morir.
La razón: el virus del Covid está en todas partes y se pasea a toda hora. Está en la casa, en la calle, en la oficina, en el transporte.
Sale de la boca como las palabras. Y lo llevamos dentro de nosotros sin saber que nos acompaña en los días de lluvia o en las noches oscuras cuando vamos a casa a encontrarnos con nuestras familias.
Se queda en nuestras manos con cualquier apretón de amistad, y se mece en nuestros rostros como la brisa o el sol.
El Covid es como el oxígeno, está en todas partes aunque no lo podemos ver. Solo lo sentimos cuando ya hace parte de nosotros, como si fuera nuestra familia. Es como la muerte, a todos nos puede llegar en cualquier momento.
La lista de muertos hasta ahora empieza a subir en Casanare. Hace algunas semanas pensábamos que por aquí la muerte no se acercaría.
Hoy van 6 fallecidos por Covid-19, o al menos esta es la cifra confirmada por el Instituto Nacional de Salud. Podrían ser más los que se fueron a la tumba y nadie supo que tenían coronavirus.
El domingo dos de agosto a las 8 y 31 de la noche ingresó al Hospital de la Orinoquia (HORO) un hombre de 33 años. Llegó sin signos vitales.
Era un conductor joven y obeso, que según su familia llevaba 3 días con dificultad respiratoria y fiebre. Hacía pocos días su noble corazón había liderado la recolección de mercados para los conductores que estaban pasando necesidades para llevar el pan a sus hijos.
Fue declarado muerto de inmediato. Por su sintomatología, según explica un comunicado del HORO, la entidad procedió a “la toma de muestra molecular PCR post mortem, dando positivo para el virus SARS – COV – 2 (Covid-19)”.
El mismo domingo en la noche a las 7 y 15, una hora antes de fallecer el conductor, en el interior del HORO fallecía un hombre de 72 años que había ingresado el sábado primero de agosto en horas de la madrugada proveniente de Paz de Ariporo.
El paciente llevaba dos días con “sensación de ahogo, dolor y opresión precordial por una posible falla cardíaca o infarto agudo de miocardio”, asegura el HORO, al confirmar que también dio positiva la prueba molecular para Covid.
No valieron los esfuerzos del personal médico del HORO por mantener con vida al adulto mayor al ingresarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos.
Son dos muertes en un mismo día y por una misma enfermedad: Covid -19. Y esto apenas empieza.
La familia del conductor fallecido, antes de las 8 de la noche había insistido ante el Centro Regulador de Urgencias por una ambulancia.
“El CRUE inicia proceso de regulación del traslado urgente del paciente llamando a las empresas prestadoras del servicio de atención prehospitalaria, las cuales no reportan disponibilidad refiriendo una supuesta alta demanda de eventos ocurridos durante el mismo periodo”, asegura el comunicado del HORO
Es cierto. No había ambulancia disponible. Pero es que no todas las ambulancias pueden destinarse para el transporte de personas sospechosas de Covid-19, porque deben dejarse disponibles para otros eventos: maternas, enfermedad general, accidentados, etc.
Las empresas de ambulancias no disponen de todos sus vehículos para transportar sospechosos de Covid. Por lo regular es solo una y es solo para ese fin.
Una vez presten el servicio entran a una cuarentena de 24 horas y a un proceso de desinfección.
No es que una ambulancia que transportó un accidentado lo deje en el hospital y vaya de inmediato a recoger al paciente sospechoso de Covid, o lo contrario.
Además hay que tener en cuenta que vestir al equipo médico con su bioseguridad para que salga a recoger a un paciente Covid podría tardar una media hora. El personal médico no puede estar en la cafetería ya vestido con bioseguridad, tomando tinto y esperando a que lo llamen.
Y todavía queremos andar en la calle, usar mal el tapabocas, organizar fiestas a escondidas, formar tumultos, violar las normas de bioseguridad, sin percatarnos que en cualquier momento podemos contagiarnos.
Si nos va bien seremos asintomáticos pero podremos contagiar a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestros vecinos. En fin, a muchas personas.
Si nos pega duro el coronavirus podríamos terminar en un hospital. Y quizás cuando requiramos una ambulancia no habrá disponibilidad por que las ambulancias para transportar pacientes Covid, estarán ocupadas o en cuarentena.
Y cuando las cifras de infectados aumenten y tengamos que ser hospitalizados, ahí nos tragaremos las palabras cuando renegamos hace unas semanas “¿para qué hospital de campaña si hay camas suficientes en el HORO o en la clínica o en otras instituciones médicas privadas?. Eso eran ganas de robarse la plata”.
Y si nos agravamos y tenemos que ser internados en una UCI, no será fácil para entonces. De las 63 disponibles en Casanare, más las 12 que construye una empresa privada, no habrá espacio para tanta gente.
Si nuestra esperanza de vida no es favorable, quizás la cama se la den a alguien más joven y con más probabilidades de sobrevivir. Será una ‘lotería’ ingresar a la UCI.
Hoy a la gente le da rabia que se diga que alguien que falleció fue por Covid o asociado por Covid. “Todo muerto se lo achacan al Covid”, escriben en redes sociales. Hasta científica se volvió la gente y culpa a la China de inventarse el virus para matar a las personas con el fin de fabricar robots que remplacen a los humanos en la producción.
Quedémonos con esos pensamientos y no pensemos en la realidad de lo que está sucediendo.
A la fecha Colombia lleva 11.017 muertos y los contagiados han sido 327.850. Es decir: la tasa de mortalidad es del 3.3 por ciento.
Casanare lleva 351 contagios, de los cuales se confirman las muertes de 6 y 2 están por confirmar (los que anunció el HORO hoy y que no están en el último reporte). Serían entonces 8 los fallecidos. Una tasa del 2.27 por ciento.
De aquí para adelante habrá un muerto por cada 44 casos positivos. Con las cifras diarias que se están dando en Casanare, muy posiblemente se reportará un fallecido cada dos días.
En un mes los contagiados serían casi mil y los muertos serían 21.
Para entonces, las camas de hospitalización podrían estar llenas y no habrá una sola UCI disponible.
No valdrán el dinero, ni las fincas, ni el ganado, ni el poder político. No valdrán los postgrados ni el linaje, si tenemos que llegar a una UCI por causa del Covid.
Y todavía insistimos en ser desordenados, en irnos de parranda, en mamarle gallo a los controles de la Policía, en no decirles a nuestros hijos y a nuestras familias que el coronavirus no es un juego, que si nos desordenamos podremos parar en un hospital o en el cementerio.
No le decimos a nuestra familia que si nos agravamos y contamos con suerte nos reservarán una UCI. Y que si nos morimos, nuestras exequias serán solitarias y fugaces, que no tendrán tiempo de llorarnos ni de decirnos que nos van a extrañar.
Es cierto que hay que tener fe en Dios y que Dios nos va a sacar de éstas. Pero creer en Dios no es descuidar nuestra protección y dejárselo todo a Él. Dios mismo nos ha enseñado a ser obedientes, y parte de la obediencia es respetar y acatar las disposiciones de las autoridades.
Estamos a tiempo de decidir si ¡nos quedamos en casa, o que nos lleven al cementerio!