El periodista brasileño Rafael Henzel fue uno de los seis sobrevivientes de la tragedia del avión de LaMía. Le contó a Marca toda la historia del accidente
Por: Las2orillas
“Me llamo Rafael Henzel y quiero contar mi experiencia tras haber sobrevivido a la tragedia del avión en el que iba la plantilla del Chapecoense. Aquella noche fallecieron 71 personas y sobrevivieron sólo seis, uno de ellos soy yo.
La aventura de aquel viaje la comenzamos en Sao Paulo y tras poco más de una hora llegamos a Santa Cruz de la Sierra. Allí nos estaba esperando el avión de LaMia para trasladarnos a Medellín. El ambiente que había en la delegación era de felicidad. Todo el mundo estaba alegre por el acontecimiento al que íbamos. En ese vuelo 2933 convivíamos la plantilla, los entrenadores, la prensa, empresarios. Todo era en el marco de un clima festivo.
A partir de ese momento comenzó un problema muy serio y demasiado complicado para que pudieran sacarme y ponerme a salvo. Ellos andaban sin camillas, en el suelo había muchas piedras y no estaba firme por el agua que había. Todo estaba enfangado. Además, para completar ese momento de angustia, mi cuerpo estaba en la parte alta y para bajarme y ponerme a salvo era demasiado empinado.El esfuerzo que hizo el equipo de rescate para sacarme de allí sin que se agravase lesión alguna fue tremendo. Después de varias peripecias lograron llevarme a una zona en la que había ambulancias. El tiempo se consumía lentísimo. Pasaron 40 minutos hasta que llegué al hospital.Desde que desperté quedé lúcido y recuerdo todo. Tanto es así que al llegar al hospital pedí hablar con mi familia en Chapecó para informarles que había sobrevivido. Esa llamada fue un alivio para mi familia. Las primeras informaciones que les había llegado era que había dos pasajeros con el nombre de Rafael y que uno de ellos había fallecido. Nadie podía precisaba a qué Rafael mencionaban.
Me marcó mucho durante esa llamada cuando mi hijo [tiene 11 años] me dijo que él sabía que yo no había muerto porque me sentía vivo dentro suyo. Que mi respiración estaba presente en su corazón. Esas palabras fueron una inyección de vida en mi cuerpo.Por un milagro de Dios ahora mismo estoy relatando esta tragedia tan dolorosa. Ahora lo que quiero es regresar a Chapecó para continuar con mi recuperación y poder retomar mi vida cotidiana y profesional.Si Dios quiere, espero que 2017 sea un mejor año, aunque, personalmente, no me quejo por cómo me fue en 2016 y tampoco maldigo este terrible accidente del avión que llevaba al Chapecoense, porque estoy con vida y con mi familia.
Lo único doloroso es que ya no tendremos a nuestro lado a los chicos del equipo y tampoco a mis compañeros de trabajo que fallecieron. Estas pérdidas son lo que más me apenan si tengo que dar una opinión sobre el accidente.Lo que sí quiero decir en voz muy alta es que esta tragedia que unió para siempre a Colombia y a Brasil y que ha unido al mundo entero debe penetrar en el corazón de todos los aficionados para recordar que el fútbol es eso: hermandad entre todos y bajo ningún concepto tiene que haber peleas, violencia o muertes. No.Este acontecimiento tiene que quedar como un legado de toda esa unión mundial que hubo alrededor del Chapecoense en estas dos semanas. En la cabeza de los hinchas tiene que entrar que el fútbol es todo lo bonito que pueda ocurrir dentro del campo de juego.Y al pueblo colombiano le agradezco enormemente lo que hicieron por todos nosotros”.