
Mauricio Barón, alcalde de Sogamoso, Foto Las Chivas del Llano
El juez fue más claro que un comentario sin filtro en Facebook: las redes sociales de los gobernantes no son vitrinas de aplausos, sino espacios públicos de participación.
El Juzgado Segundo Civil Municipal de Sogamoso, en fallo firmado por la jueza María Elena Malpica García, le dio la razón a Jaime Andrés Bautista Barrera, ciudadano que interpuso una tutela luego de que el alcalde Mauricio Barón borrara un comentario suyo en la página oficial del mandatario.
Su pecado: opinar sobre una acción popular relacionada con el parque Villa Hermosa.
El juez determinó que, cuando los funcionarios usan sus redes para difundir actos de gobierno, no pueden eliminar las críticas respetuosas de los ciudadanos, porque esas plataformas también son canales de control y debate público.
En pocas palabras: si el alcalde quiere usar Facebook para mostrar obras, también debe dejar espacio para los desacuerdos.
No todo puede ser likes, corazoncitos y fotos con cinta roja.
El fallo —que ampara el derecho a la libre expresión del ciudadano— ordena al alcalde abstenerse de borrar comentarios similares y le recuerda que los servidores públicos no pueden usar las redes oficiales como si fueran su álbum familiar, sino como canales de diálogo con la comunidad.
La jueza fue tajante: mientras los mandatarios usen sus perfiles institucionales para difundir la gestión, deben garantizar la participación y la voz de sus contradictores, siempre que haya respeto.
El ciudadano Bautista celebró la decisión:
“Este caso debe servir de ejemplo para otros gobernantes que creen que las redes solo están para mostrar lo bonito. La libertad de expresión también aplica en Facebook.”
El caso abre un debate mayor: muchas entidades públicas han convertido sus redes en el único canal de información, cerrando el acceso a los medios de comunicación y a la ciudadanía.
Y eso, además de empobrecer el debate público, viola el derecho a la información y al control social.
📱 Porque sí, las redes sociales son de doble filo: sirven para comunicar, pero también para reclamar.
Y cuando se usan solo para aplaudir, dejan de ser redes… y se vuelven rejas digitales del poder.