
Gustavo Petro. Foto Presidencia de Colombia
El choque entre Washington y Bogotá se agudiza. Tras la decisión del Departamento de Estado de Estados Unidos de descertificar a Colombia en la lucha contra las drogas, el Gobierno del presidente Gustavo Petro rechazó con firmeza la medida y calificó la decisión como “meramente política” y alejada de la realidad del país.
La Cancillería aseguró que la determinación “desconoce logros medibles” como la incautación de 884 toneladas métricas de cocaína en 2024, la destrucción de más de 5.200 laboratorios y la extradición de 454 individuos a Estados Unidos desde agosto de 2022. También resaltó que la Armada colombiana aportó al 65 % de las incautaciones mundiales de cocaína en el último año.
¿Qué significa la descertificación?
La descertificación implica que, a juicio de Washington, Colombia “incumplió manifiestamente” sus compromisos internacionales en materia antidrogas. Sin embargo, Estados Unidos decidió mantener la asistencia financiera y técnica, al considerar que Colombia sigue siendo un aliado clave para la seguridad regional. Es decir, el país quedó bajo una especie de “probatoria” o matrícula condicional, con advertencia de que el apoyo podría replantearse si no hay cambios en la estrategia.
La medida revive un escenario que no se veía desde 1996, durante el gobierno de Ernesto Samper. En aquel entonces, Colombia fue puesta en la misma lista de países como Bolivia o Afganistán, considerados incumplidos en sus obligaciones antidrogas.
La respuesta del Gobierno Petro
El presidente Gustavo Petro reaccionó asegurando que, tras la descertificación, el país dará un viraje en materia de defensa:
“Se acaba la dependencia del Ejército y de sus Fuerzas Militares del armamento de Estados Unidos. No más limosnas ni regalos. Colombia debe fortalecer su soberanía con recursos propios”.
El mensaje refleja un tono desafiante frente a Washington y deja abierta la puerta a nuevas tensiones diplomáticas.
Lo que está en juego
Aunque la decisión no suspende de inmediato la cooperación, sí envía un mensaje fuerte: la relación bilateral entra en una fase de desconfianza. Para analistas, la descertificación puede traducirse en presiones sobre la política de Paz Total, que en EE. UU. consideran un fracaso, y en un reacomodo de las alianzas militares y económicas.
En el fondo, el pulso evidencia dos lecturas opuestas de la lucha contra las drogas: mientras Bogotá insiste en que los resultados son históricos, Washington sostiene que los cultivos y la producción de cocaína alcanzaron cifras récord bajo el actual Gobierno.
El desenlace dependerá de si Colombia logra convencer a la Casa Blanca con nuevas medidas o si, por el contrario, la tensión escala hacia un deterioro mayor en la cooperación antidrogas, pieza clave de la relación bilateral en las últimas cuatro décadas.