
Fredy Alfonso Numpaque Pineda
Toca, Boyacá – El 7 de febrero de 2024 no hubo fiesta, ni misa, ni campanas en el municipio de Toca. Solo el silencio de una casa donde una mujer fue atacada con un arma cortopunzante por el hombre con quien compartía techo, vida y miedo.
Fredy Alfonso Numpaque Pineda fue condenado a 42 años de prisión por el feminicidio agravado de su compañera sentimental, una mujer que había sido víctima de violencia física, verbal y psicológica durante meses. La sentencia fue dictada por el Juzgado Tercero Penal de Conocimiento de Tunja, con base en las pruebas presentadas por la Fiscalía Seccional Boyacá.
Un ciclo de control, miedo y agresiones
La investigación reveló que no fue un acto impulsivo ni aislado. Fue la cúspide de un infierno sostenido. La víctima había sido golpeada con objetos contundentes, amenazada, ahogada en un intento por doblegarla, y alejada de sus familiares y redes de apoyo.
El control que Numpaque ejercía sobre ella era total: la aislaba, la celaba, y la vigilaba. Hasta que la violencia escaló al punto final.
Minutos de angustia, años de silencio
Tras la agresión, la mujer fue trasladada con vida a un centro asistencial, pero no sobrevivió a la gravedad de las heridas. La Policía Nacional capturó al agresor minutos después del crimen, aún cerca del lugar. El expediente de su violencia quedó impreso en el testimonio de vecinos, familiares y los propios restos de dignidad que ella intentó preservar.
Una condena que no devuelve la vida
La sentencia es de primera instancia y aún puede ser apelada, pero deja un precedente judicial en Boyacá. Y, más allá del castigo, deja preguntas abiertas:
¿Cuántas mujeres más están atrapadas en círculos de miedo?
¿A cuántas no les creemos hasta que es tarde?
¿Y qué tan cerca estamos de prevenir, en lugar de contar víctimas?
En un país donde cada feminicidio es una alerta ignorada a tiempo, esta historia no se puede cerrar con un punto final.
Con informaicón de la Fiscalía