
Francisco en Villavicencio
Villavicencio no fue una escala más. Fue el corazón de la visita. Allí, el 8 de septiembre de 2017, el Papa Francisco quiso encontrarse con el alma rota del país: víctimas, excombatientes, campesinos, indígenas y quienes más han sufrido la guerra.
Eligió Meta no por casualidad, sino porque esa tierra fue una de las más golpeadas por el conflicto armado. En sus montañas y llanuras quedaron cicatrices profundas de dolor, desplazamientos, masacres, reclutamientos y minas antipersona.
Por eso Francisco dijo:
✨ “Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios, y déjate reconciliar.”
El evento principal fue en el Parque Las Malocas. Más de 400.000 personas llegaron desde distintas regiones, muchos con camisetas blancas, otros cargando fotos de sus seres desaparecidos. Hubo lágrimas, pero también abrazos que llevaban años esperando.

👣 La Jornada por la Reconciliación
En Villavicencio, el Papa presidió una misa especial donde beatificó a dos mártires colombianos: Jesús Emilio Jaramillo, obispo asesinado por el ELN, y Pedro María Ramírez, el «Cura de Armero», linchado en 1948. Fue un acto que unió la fe con el perdón.
Después, en el acto central de reconciliación, escuchó testimonios que estremecieron a todos. Un exguerrillero pidió perdón frente a una madre que perdió a su hijo. Una indígena relató cómo su comunidad fue arrasada. Y una mujer del Caquetá lloró mientras le entregaba al Papa una carta manchada de tierra y esperanza.
Francisco no soltó su bastón pastoral en ningún momento. Solo lo levantó para abrazar.
Y al final dejó un mensaje que quedó grabado en piedra y corazón:
🌿 “El odio no tiene la última palabra. El amor es más fuerte.”
Villavicencio se convirtió ese día en símbolo de reconciliación. No resolvió todo, no sanó todo, pero sí sembró una semilla que muchos aún riegan con fe.
Porque en el llano, un Papa argentino escuchó el alma herida de Colombia… y le habló con ternura y verdad.