
Carlos Amador, alcalde de Chitaraque (qepd)
La tarde caía en Chitaraque, Boyacá, cuando la noticia se regó como pólvora: el alcalde Carlos Alberto Amador Ramos había fallecido. Un infarto fulminante le arrebató la vida en su propia finca, en el municipio que gobernaba por tercera vez.
La gente no lo podía creer. Apenas horas antes, el mandatario de 62 años había estado atendiendo asuntos del municipio, como lo hacía siempre, con ese carácter firme y cercano que lo distinguía. Nadie imaginó que aquel miércoles sería su último día.
Carlos Amador era más que un político. Comunicador social de profesión, comerciante, agricultor y ganadero, era un hombre de campo que entendía las necesidades de su gente. Cultivaba palma y caña panelera, pero también cosechaba confianza entre quienes lo conocían. Con el aval del Partido Liberal, había sido elegido nuevamente en octubre de 2023, con 1.744 votos, apenas 10 más que su rival.

Su historia política se remonta a los años 90, cuando gobernó por primera vez entre 1992 y 1994, para luego repetir en 1998-2000. Años después, decidió volver, convencido de que aún tenía mucho por hacer por su municipio. Gobernó esta vez por 14 meses y 26 días, hasta que su corazón dejó de palpitar.

Las calles de Chitaraque anochecieron en silencio. La gente recordaba sus palabras, sus visitas a las veredas, su compromiso con las obras y con la comunidad. La tristeza se mezclaba con la incertidumbre sobre quién tomará las riendas del municipio.
Su esposa y sus tres hijos recibieron las condolencias de una comunidad que, entre lágrimas, despide a un alcalde que murió en la tierra que tanto amó.