Casi que al mismo tiempo que Rodolfo Hernández y Gustavo Petro salieron a cazar el voto de los indecisos, que puede ser determinante ante el empate técnico en el que están los dos de cara a la segunda vuelta, el voto en blanco ha comenzado a tomar protagonismo. Y no porque pueda modificar el mapa político, sino porque –de acuerdo con sondeos– le está quintando apoyos a los dos candidatos.
Por ejemplo, en el Tracking Presidencial que divulga diariamente la firma GAD3 para La FM, la opción del voto en blanco ha ido ganando adeptos: pasó de reportar el 2,7% de favorabilidad entre los consultados en la primera pesquisa –del 30 de mayo– a registrar el 5,4% en la que se divulgó este martes 7 de junio.
Y en las encuestas la situación no es muy distinta. En la más reciente de YanHass este ítem se quedó con el 13% de los ciudadanos, mientras que en la de Guarumo sumó el 8,4%. Además, en la del Centro Nacional de Consultoría (CNC) se ubicó en el 3%.
Es cierto que esas cifras, medidas en urnas, terminan siendo bajas. Por ejemplo, en la primera vuelta del 29 de mayo, la Registraduría reportó que 366.623 ciudadanos votaron en blanco, algo muy lejano de los 8,5 millones de votos de Petro o de los 5,9 millones que obtuvo Hernández.
Pero deja un mensaje político. Tras el fracaso del excandidato Sergio Fajardo de acercarse a Hernández es casi un hecho que votará en blanco, y su coequipero, el aún senador Jorge Enrique Robledo, confirmó este martes que “he tomado la decisión de votar en blanco porque no me satisfacen las propuestas de ninguno los dos candidatos”.
En ese contexto se han presentado dos narrativas. Por un lado, hay un sector identificado con la centro-derecha que –a través de redes– está moviendo el mensaje de que votar en blanco es terminar dándole aire a Petro, lo cual es lo mismo que hizo el petrismo cuando en la segunda vuelta de 2018 este sector decía que tomar una decisión así era impulsar al entonces aspirante del uribismo, el hoy presidente Iván Duque.
Y la segunda es que, supuestamente, votar en blanco es perder el sufragio porque no tiene validez jurídica. Esto es una media verdad, ya que el voto es un derecho constitucional que todo ciudadano puede ejercer de la manera que prefiera –ya sea por un candidato o en blanco– y, por el contrario, es un delito cuando se constriñe al ciudadano para obligarlo a apoyar a algún aspirante.
Pero sí es cierto que, si bien se contabiliza y se informa la cantidad de votos en blanco que haya, este no es vinculante jurídicamente. O sea, así llegase a ser mayoría en segunda vuelta –lo cual es estadísticamente imposible de acuerdo con todas las mediciones–, este 19 de junio terminará siendo Presidente alguno de los dos: Hernández o Petro.
Por todo esto, como es costumbre, la casilla del voto en blanco aparecerá en el tarjetón electoral, aunque su efecto es más simbólico para el preconteo y el escrutinio.
¿El motivo? El voto en blanco se contabiliza como un componente aparte, diferente a los tarjetones marcados a favor de alguno de los candidatos, y también de los que terminan computados como un voto nulo.
“El voto en blanco no se le suma a ningún candidato, es una casilla independiente que se contabiliza como tal. Si gana en segunda vuelta no tiene la facultad de repetir las elecciones, por lo cual ganará la fórmula de Presidente y Vicepresidente que haya obtenido la mayoría de los votos”, precisó el registrador delegado para lo electoral, Nicolás Farfán Namén.
Además, en el artículo 258 de la Constitución están los pormenores del voto. El parágrafo uno de ese numeral detalla que cuando el voto en blanco se impone entre el total de sufragios válidos debe repetirse la elección para los casos de las contiendas por las gobernaciones y alcaldías, o específicamente por la primera vuelta presidencial.
Esto se traduce que para la segunda vuelta –la que se disputa el 19 de junio– esa opción que está en el tarjetón no tiene el poder de hacer que se vuelva a convocar a unos comicios. Por eso, de forma explícita, hay que decir que el domingo de la cita a urnas pasadas las 5:30 de la tarde, según la Registraduría, ya se conocerá una tendencia de preconteo que dirá quién se quedará con las llaves de la Casa de Nariño.
Hace cuatro años, cuando el hoy presidente Iván Duque y el entonces senador Gustavo Petro se enfrentaron en la segunda vuelta, se sumaron unos 808.000 votos en blanco, lo que fue equivalente al 4,2% de quienes participaron en esa contienda.
Y más atrás, en los comicios de 2014, hubo una participación semejante. En la disputa entre el entonces presidente Juan Manuel Santos –quien aspiraba a la reelección– y el heredero del uribismo, Óscar Iván Zuluaga (avalado por el Centro Democrático), alrededor de 619.000 colombianos se inclinaron por esa casilla. En ese año, el voto en blanco representó el 4,03% de la participación.
En todo caso, aún falta poco menos de dos semanas para la siguiente cita a urnas y es por eso que los candidatos, Hernández y Petro, han venido calentando sus discursos para conquistar indecisos y evitar que quienes se desinflen con sus propuestas terminen yéndose por el voto en blanco.
Ahí también se abrió otro frente de batalle electoral que puede ser determinante.
Fuente; El Colombiano
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