Durante los últimos cinco años, en Colombia el gas se ha vuelto un tema central dentro de los debates energéticos, muchos de ellos centrados en la preocupación de decenas de expertos que aseguran que el país pronto entrará en una crisis de gas que impactaría directamente en el bolsillo de los colombianos
Colombia, por ahora, es capaz de producir gas para su consumo, de ahí la importancia de implementar medidas que, en lo posible, le garanticen su autoabastecimiento; de lo contrario, si el país se ve obligado a importar gas, muy probablemente el precio que pagan los hogares por la molécula aumentaría, eso sin mencionar que, de llegar al desabastecimiento, sería necesario recurrir a otras fuentes de energía potencialmente más costosas. Siendo éste un combustible de uso cotidiano en millones de hogares colombianos, lo que suceda con su disponibilidad afectaría directamente la economía de cada uno de esos hogares.
Para Álvaro Josué Yáñez, socio de CMS Rodríguez–Azuero y experto en las áreas de energía y cambio climático, esta situación no es reciente, las proyecciones de consumo de gas en Colombia siempre han sido más agresivas que los niveles de exploración y explotación de este hidrocarburo, y en el ambiente del sector siempre ha estado latente la amenaza de la pérdida de autosuficiencia.
“La crisis de los precios de los hidrocarburos de 2015 y 2016 afectó de manera importante el ritmo de celebración de contratos y de actividades exploratorias en el país; y a pesar de que el precio se ha recuperado, esa recuperación no se ha trasladado automáticamente a la exploración”, explica.
Además, advierte que si a eso se le suma la incertidumbre de los inversionistas frente a la posibilidad de desarrollar yacimientos no convencionales, el futuro del sector parece bastante retador.
Sin embargo, esta situación no es específicamente un problema colombiano: muchos países en Europa son dependientes de la producción de gas de otras partes del mundo, es decir, son importadores netos, de modo que la alta demanda, ha provocado un aumento exacerbado de los precios. Asia está demandando mucho más gas que el que normalmente consumía y, por ejemplo, países como Brasil, están usando su producción para generar energía faltante por el bajo nivel de las hidroeléctricas, producto de una sequía.
En opinión de Yáñez, una forma de mitigar el riesgo en Colombia, es garantizar condiciones estables para la inversión, esto es, rebajar el nivel de incertidumbre a través de reglas de juego claras y estables, y una posición coherente del país respecto de la explotación de los recursos naturales, en otras palabras, no caer en el error de promover rondas para atraer inversionistas quienes, luego de entrar al país, se encuentran día a día con nuevas trabas y requisitos, e incluso con posiciones contradictorias entre distintas agencias del mismo gobierno.
“No hay forma de aumentar las reservas de gas de un país sin invertir en exploración y Colombia tradicionalmente ha tenido un juego de reglas relativamente claras y estables pero últimamente esto se ha visto amenazado por ciertos pronunciamientos de políticos en campaña y por cierto activismo judicial, no siempre fiel al contenido de las normas”, dice.
El 2022 será un año clave para el país y se espera que Colombia decida si va a permitir o no la explotación de yacimientos no convencionales, así como nuevos lineamientos para garantizar mayor transparencia y celeridad a los trámites asociados a este tipo de proyectos, en particular en lo que tiene que ver con
licenciamiento ambiental y relación con las comunidades. “La exploración de prospectos hasta llegar a descubrimientos de nuevos yacimientos no se hace de la noche a la mañana, por esto es necesario que de manera inmediata se envíen las señales adecuadas a los mercados y a los inversionistas, que permitan atraer capitales que a su vez viabilicen nuevos proyectos”, concluyó.
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