Es difícil imaginar cómo un coleador llanero, tipo exportación, termina en una de las ciudades más turísticas del mundo, manejando un restaurante que cada día se consolida más en el mercado gastronómico latino. Es John Alejandro Useche, un hombre que derrocha sencillez, coraje y perseverancia, y quien a sus apenas 32 años tiene varias experiencias por contar.
Useche es un portogaitanense quien luego de participar en torneos de este deporte llanero terminó pidiendo asilo en este último país en el 2013.
“No sabía hablar inglés. La experiencia fue muy difícil al comienzo. Trabajé en pesebreras y en una recicladora de metal. Pedí asilo porque soy víctima del conflicto armado. Mis hermanos fueron asesinados por los paramilitares y mi familia estaba amenazada por la guerrilla”, cuenta John Alejandro.
Cuando le otorgan el asilo y logra tener “el social” (conocido aquí en Colombia como la cédula) comienza a trabajar en una compañía de aviación: “fue duro, una de las cosas más difíciles para un latino es acostumbrarse a la disciplina horaria de los gringos. Tenía que estar sometido a un horario. Pero bueno, aprendí a administrar el tiempo”, agrega Useche.
Pocos meses después de su llegada a Estados Unidos, conoce a Francisco Palmero, Presidente de la Federación de Carnes de Miami, quien, luego de una invitación a comer carne a la vara (conocida aquí en el Meta, como carne a la llanera), le plantea que eso podría ser un buen negocio en Miami.
La historia del sueño
John Alejandro comenzó a asistir a eventos venezolanos; a aprender de diferentes carnes y cortes. “Aquí en Estados Unidos los cortes son diferentes; la carne es mucho mejor porque el ganado se cultiva solo para el consumo humano”, dice Useche.
En uno de esos eventos, al excoleador le regalaron una parrillera y comenzó a preparar carne para los amigos, conocidos y a cubrir eventos pequeños. Hasta que un empresario cubano lo contrató para un evento de 200 personas.
“Nadie daba un peso por mí. Contraté a dos ayudantes. Bajé mi parrillerita, mi madera… monté la primera vara de carne; cuando bajé la primera carne y la gente la probó, me amaron. 200 platos. Ese hombre me abrazaba. Yo no lo podía creer”, recuerda el llanero.
Luego de ese evento, reunió dinero y compró su primer food-truck. Aprendió a sacar la carne en menos tiempo. Dejó su otro trabajo para dedicarse de lleno a su sueño y cada día se sentía más cómodo con la cultura gringa. Pedía prestado dinero para comprar carne y regalar muestras: así, poco a poco se iba dando a conocer más. Hasta estuvo en festivales gastronómicos en Washington; viajes de 50 horas ida y vuelta, que dejaban pocas ganancias monetarias pero muchas satisfacciones.
“Aún no se presentaban ganancias sustanciales porque el negocio nunca tuvo un fondo. El único fondo era mi corazón y las ganas que le metía”, agrega.
Consolidación y premios
Los años 2018 y 2019 fueron definitivos para el éxito esperado. Junto con su compañera María Victoria Arráez, quien es la actual encargada de las redes sociales del restaurante, llegan para John Alejandro y su sueño, la consolidación y los premios.
Este llanero recibió una placa honorífica que lo consagra con el Premio al Emprendimiento Latino en USA, reconocimiento que ha recibido en dos ocasiones consecutivas. Por su food-truck ya han pasado artistas como Rafael “Pollo”, Brito, Miguel Tobías, José Manuel Melo, la orquesta venezolana más famosa de todos los tiempos La Billo’s Caracas Boy’s y representantes del folclor llanero. Toda una vitrina.
Alejandro es un llanero sencillo, noble y trabajador que agradece infinitamente a su familia, a su amigo Francisco Palmero, y a su caballo Sargento por lo que es hoy: “sin ese caballo, – dice- jamás hubiera llegado a este país”.
Fuente, Periódico del Meta