19 de abril de 2024 - 12:48 PM
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CRONICA: Guerrillero recibe mejor atención que un ciudadano de bien

Mientras que cientos de enfermos ruegan por un traslado y una atención oportuna, los delincuentes reciben mejor trato del Estado.

No quiero herir susceptibilidades. Esta es una reflexión de lo que sucede en cualquier rincón de Colombia. Esta vez ocurrió en Yopal. Aquí está la historia.

Jueves 12 de febrero de 2015: herido  en enfrentamiento con el Ejército Juan Duque Nieto, alias ‘Chucho Díaz’ , carcelero por 11 años del General Luis Mendieta y más de 20 policías. Además comandante actual del Frente 28 de las Farc. El Ejército y  la Fuerza Aérea lo trasladan al Hospital de Yopal.

Alias "Chucho Diaz", cuando fue rescatado herido por el Ejército (Foto Brigada 16)
Alias «Chucho Diaz», cuando fue rescatado herido por el Ejército (Foto Brigada 16)

En la misma operación fue muerto William de Jesús Franco Aguirre, alias ‘Olimpo o Maraco’, segundo al mando; capturada una  mujer  y “recuperada” una menor indígena, que al parecer había sido reclutada por el grupo insurgente.

Alias “Chucho” Díaz fue internado en el Hospital de Yopal y judicializado. La mujer puesta a órdenes de la Fiscalía y la menor quedó en manos del Bienestar Familiar para restablecimiento de derechos.

Martes 17 de febrero de 2015: Luego de 5 días de tensión en el Hospital de Yopal, por la presencia de por lo menos 50 hombres custodiando día y noche a alias “Chucho Díaz” (internado en la habitación 203 de pensionados), finalmente llegó la remisión de su traslado para un centro hospitalario de mayor complejidad y más acorde con las necesidades del paciente: Hospital Militar de Bogotá, que no está al alcance de todos.

Mientras tanto  don Pedro y otros pacientes, esperan desde hace varias semanas que los remitan a exámenes especializados en Bogotá o Villavicencio, pero las EPS no les dan respuesta.

Hacia las tres de la tarde comenzaron a llegar los carros del Ejército, del Gaula, del Inpec, de la Fuerza Aérea. El centro hospitalario parecía un centro de operaciones militares. La entrada por urgencias quedó restringida y la gente que esperaba con algún paciente, tuvo que seguir esperando, porque la atención  estaba en el hombre que asesinó a más de 30 soldados y policías en el Guaviare. Al fin de cuentas el pueblo ya se acostumbró a esperar.

En sala de urgencias, doña Carmen, don Pedro, doña María, esperaban el turno para ser atendidos. Todo mundo miraba hacia la ambulancia del Inpec y los carros militares, como si hubiera algo raro. Ver tantas armas causaba miedo. Pero quizás mucho más miedo irradiaba un coronel del Ejército de apellido López que miraba a la gente como si fuera malhechora. La esculcaba con la mirada como si ésta fuera delincuente. ¿Será que un ciudadano casanareño de bien tiene el espíritu de traqueto o de malhechor para causarle daño al hoy protegido por el Estado?

En un costado, personal del Inpec,  encargado de la custodia del guerrillero, revisaba que el detenido estuviera bien. Que no se le hubiera quedado ningún papel ni su carné de Caprecom, al cual fue afiliado el mismo día en que el Ejército lo bajó de las montañas con heridas en una de sus piernas.

A solo  diez metros, don Chucho (por coincidencia llamado así), campesino de pata al suelo, buena gente y jornalero, esperaba desde el medio día que lo atendieran de un dolor en sus rodillas. Pero tenía un solo problemita: no estaba afiliado a ningún régimen de salud. No era nadie importante para el Estado, como para que lo afiliaran de inmediato a la seguridad social. Resignación, resignación.

Foto Las Chivas del Llano
Foto Las Chivas del Llano

La tensión continuaba. Los carros de seguridad y la ambulancia se preparaban. En el aeropuerto  un avión King 350  de la Fuerza Aérea Colombiana esperaba impaciente con un grupo médico especializado, con todas las de ley al paciente alias “Chucho Díaz”.

Mientras tanto, en las afueras del Hospital los familiares de una paciente que fue remitida para Bogotá, rogaban que la EPS autorizara la ambulancia y pedían a la gente de buena voluntad la colaboración para reunir lo del pasaje con el fin de que otro familiar viajara en flota y estuviera atento de las vueltas que se necesitaran en la capital.

Pasadas las cinco de la tarde, la caravana, encabezada por la camioneta del Gaula del Ejército partió veloz  hacia la Base Aérea, cercana al Aeropuerto El Alcaraván de Yopal. Le siguieron la ambulancia,  los carros del Inpec, del Ejército, de Inteligencia Militar y otros. Sin contar que a la vera del camino se habían apostado “francotiradores” a la expectativa por si algo llegaba a suceder.

Cuando estos vehículos desaparecieron de la vista, apareció la caravana  de motos y carros que estuvo parada mientras se adelantó el operativo.

La llegada al aeropuerto pareció una carrera de piques. A mil.  Allí el show lo protagonizó  la Fuerza Aérea. “Están en nuestro terreno y ustedes ya hicieron su show”, le contestó con arrogancia un oficial de la Fuerza Aérea a un capitán del Ejército que vestía de camisa roja, cuando éste quiso tapar el paso de un par de camarógrafos.

Foto Show: Fuerza Aérea Colombiana
Foto Show: Fuerza Aérea Colombiana

Y fue show de la FAC, que el mismo martes en la noche sacó un comunicado como si hubiera sido el operativo del siglo: ”Fuerza Aérea Colombiana realizo traslado Aero médico  al cabecilla principal del Frente 28 de las FARC” (SIC).

Finalmente el operativo de traslado de  alias “Chucho Díaz”, liderado por el Inpec,  no tuvo tropiezos logísticos.  Supongo que tanto despliegue pudo costar unos 100 millones de pesos. El interno fue llevado a Bogotá, al Hospital Militar donde en la misma noche le practicaron la cirugía en su pierna izquierda. Y este miércoles se recuperaba satisfactoriamente bajo el cuidado del glorioso Ejército Nacional  y bajo la responsabilidad del Inpec.

CONCLUSIONES: Toda persona merece vivir. Tiene derecho a recibir un trato digno. No cuestiono el trato ni la atención al guerrillero. Fue respetuosa y digna por parte de las autoridades. Lo que da rabia de colombiano es que  un delincuente tenga “más suerte” al recibir la atención médica que cualquier mortal colombiano. ¿Todo por apoyo humanitario? ¿Acaso los pobres no merecen recibir apoyo humanitario del Estado? ¿Se necesita ser delincuente para recibirlo?

¿Cuántos secuestros, cuántas extorsiones, cuántas muertes tiene este hombre encima? Mientras tanto muchas familias lloran la pérdida de sus hijos, no solo en la guerra, sino en los hospitales porque ellos no lograron recibir la atención oportuna.

El delito de muchas madres  es  “secuestrar” el amor de sus hijos para tenerlos de por vida. El delito de muchas esposas es “extorsionar” el cariño de sus parejas para que no las cachoneen, el delito de muchos hijos es “asesinar” el odio entre hermanos para que sus familias florezcan. Ojalá estos delitos se penalizaran con el amor y con una buena atención en salud y en educación.

Solo así diríamos que vamos construyendo una mejor Patria.

WILSON DURAN DURAN

Written by
Redacción Chivas

Periodista, Director de www.laschivasdelllano.com y www.laschivasdecolombia.com